San Lucas 21, 5-11: Más que nadie
Autor: Arquidiócesis  de Madrid

Cuando escribo estas líneas no sé el resultado de las elecciones en España…, y espero que la política no me quite ni un minuto de paz interior y de trabajo por la Iglesia. Pero, experiencia de otros resultados electorales, esa noche parece que todos ganan, luego la realidad es la realidad. Al final uno tiene que tener más votos que nadie y si no empezar a negociar con otros para recaudar todos los apoyos posibles. En lo mundano siempre miramos al que más es o tiene por la cantidad, excepto en los agujeros, que cuanto más hay menos se tiene.

«Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.» Hoy es el Evangelio de la excusas. “Sí, es verdad, que maja esta viuda, pero en mi situación…” (y los puntos suspensivos se llenan de las excusas que queramos para justificarnos). No, Dios no nos pide excusas, sino que nos lo pide todo. Puede parecer injusto, pero en el fondo piensa qué es lo que no has recibido. Si quieres eso quédatelo, pero el resto dalo. Y no hablo exclusivamente de lo económico. El Señor no quiere retales ni trocitos de tu vida. Lo pide todo porque todo te ha sido dado, y cuando lo entregues todo podrás recibir más.

Como Daniel, Anamas, Misael y Azarías, que comiendo de régimen engordaban (tristísima noticia para los anoréxicos), que nos recuerda que cuando se da todo por fidelidad a Dios no hay nada que temer. El Papa ha hablado de muchas cosas en su viaje a África y muchos medios de comunicación (que se llaman así porque comunican sólo medio mensaje o menos), se han escandalizado porque ha pedido continencia y castidad frente al Sida, además de seguir promoviendo la investigación y la ayuda a los afectados. Y se escandalizan porque no piensan que la sexualidad se pueda entregar y que, incluso sin el sexo, se pueda gozar de la vida. Muchos lo viven como la “entrega total”, como si fuesen a conducirte al martirio en la siguiente media hora. Y sólo es entregar una partecita de tu vida y el Señor hace que se te ensanche el corazón, que ames más y no te guardes nada para ti, que veas a los demás con los ojos de Cristo. La castidad no es ni imposible ni castrante, es una donación preciosa de sí a Aquel que nos ha matriculado en la escuela del Amor. Por eso el que vive la castidad no se considera que ha dado más que nadie, simplemente da lo que ha recibido, y no lo lleva como una carga sino como un don. Y lo mismo ocurre con el tiempo, los juicios, los intereses y las aficiones, todo se puede ir entregando. Y cuando uno lo da se cuenta de lo que recibe.

No sabemos más de esa pobre viuda, pero seguro que se pasó la vida dando gracias a la providencia de Dios. Cuando uno conoce a algunas religiosas que, por estatutos y por gracia, viven de la providencia, se da cuenta que Dios no abandona al que se da del todo. Pero cuando uno presume de darse suele ser que se guarda mucho.

Vamos a pedirle a la Virgen en esta fiesta de la Presentación que al igual que sus padres y ella llevaron a sus hijos para ofrecerlos a Dios, nosotros no nos guardemos nada y dándolo todo lo tengamos todo. ¿Quién ganará las elecciones? Pobrecitos, que se encomienden a Dios.

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid