San Marcos 8, 34-9, 1: Cruz, mi Cruz, que Cruz  
Autor: Arquidiócesis  de Madrid

Hoy tengo una reunión complicada con la empresa constructora de la parroquia, vamos a hablar de “dineros”, calidades, plazos…, cada uno va a mirar su interés: el arquitecto que sea su proyecto, la constructora que gane dinero, la propiedad (eso me afecta más), que lo pueda pagar. Me he dado cuenta que entre la cojera y las obras en estos últimos comentarios casi no hablo más que de estas cosas y, cuando miro el Sagrario (hoy escribo viendo al Santísimo expuesto), me doy cuenta que estoy contando unos rollos que no interesan a nadie (casi). Las obras cuestan mucho dinero y por eso me parecen importantes, muy importantes para ser sólo dinero. Me gustaría hablaros de las pequeñas cosas, de las importantes. De las cruces de otros que hago mías: la chica que decide abortar, los chavales de centros de menores que se quedan sin salidas, el matrimonio que está apunto de romperse, el hijo de ese matrimonio que da problemas, el sacerdote que se va cansando de la rutina de su vida, de…, tantas cosas. Pero me quedo en los euros.

“El que quiera venirse conmigo, que se niegue a si mismo, que cargue con su cruz y me siga.” Algo que he pensado en este mes y medio que llevo más inmóvil es que la cruz de cada uno suele ser la cruz de otros. Cristo no cargo con “su” cruz, sino con la mía.

Hoy voy a ser breve. Pero mi cruz está bendecida por Cristo, es muy pequeña. Ahora tengo que llevar la de los demás. “¿Quieres enterarte, tonto, de que la fe sin obras es inútil?” . Ojalá hoy dejásemos de pensar en “mi cruz” y llevásemos la cruz de los que no están con Cristo y las llevan solos.

La Virgen está al pie de la cruz. Está a nuestro lado. No hay problema.

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid