San Lucas 12, 13-21: Codicia y fe
Autor: Arquidiócesis  de Madrid
Gracias a dios en mi parroquia, cuando te sientas en el confesionario, no suelen dejarte leer pues vienen a confesarse. Personas que se confiesan frecuentemente y otros de hace bastante tiempo. La verdad es que hay que estar en el confesionario, en ocasiones ves claramente la cara de aquel que está dudando si confesarse o no…, y al final vienen. Cuando son personas que llevan tiempo sin confesarse en ocasiones te piden que les ayudes a hacer el examen de conciencia de los últimos años. Cuando llegas al último mandamiento: “No codiciarás los bienes ajenos”, casi todos te dicen que eso no, que están contentos con lo que tienen. Este es un tema muy resbaladizo, pues si uno se compara con una gran fortuna o lo que gana un jugador de fútbol sabe que nunca llegará a tener tantísimo dinero y entonces le parece que no codicia nada. Pero muchas veces pensamos que todo lo que tengamos, aunque sea superfluo, nos lo merecemos. Y como en tiempos de Jesús sobre esta tierra sigue habiendo peleas por las herencias.

«Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.» La codicia va más lejos que querer tener doscientos millones de euros en la nómina del mes que viene. Una señal de ser codicioso la tenemos cuando nos preocupamos más de lo material que de lo espiritual. Si te quita el sueño el tener que pagar una letra al día siguiente y no te quita el sueño el no haber pedido perdón tras una falta grave de caridad con otro, significa que estás empezando a ser codicioso.

Muchas veces nos recuerdan que no estamos sólo en una crisis económica, sino en una crisis mucho más profunda. No me gusta llamarlo crisis de valores, más bien es una crisis de fe, de espiritualidad, de profundidad, de sentido de la vida. “Hubo un tiempo en que estabais muertos por vuestros delitos y pecados, cuando seguíais la corriente del mundo presente, bajo el jefe que manda en esta zona inferior, el espíritu que ahora actúa en los rebeldes contra Dios. Antes procedíamos nosotros también así; siguiendo los deseos de la carne, obedeciendo los impulsos de la carne y de la imaginación; y, naturalmente, estábamos destinados a la reprobación, como los demás. Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo por pura gracia estáis salvados , nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. Somos, pues, obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.” No me importa que releáis entera la lectura de San Pablo, pues parece que estamos en una época en que volvemos a estar muertos, pero por mucho que nos afinquemos en la muerte por pura gracia hemos sido salvados.

Son tiempos de anunciar la gratuidad del don de Dios. Cuando uno descubre el verdadero sentido de la fe se da cuenta de la gratuidad de la acción de Dios con nosotros y por lo tanto da gratis lo que gratis ha recibido. Y se da cuenta que se puede dar más, entregarse más. Vivir de la gracia da mucha paz pues las cosas materiales no son imprescindibles y, siendo importantes, no son lo fundamental. Sin tener nada lo llego a tener todo.

“Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?” Si lo que he acumulado es gracia y buenas obras, será de Dios…, el resto que se lo peleen los herederos.

Este año de la fe pidamos a María que nos ayude a no ser codiciosos y a saber que, como decía Santa Teresa, “sólo Dios basta”.

(Esta mañana he ido a poner la web Cam del Santuario de Lourdes y he visto los destrozos que ha producido el agua. Desde mi barraca me uno a todos los peregrinos y a los que cuidan el Santuario de nuestra Madre)

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid