San Juan 1. 1-18: Novedad de la Navidad
Autor: Arquidiócesis  de Madrid
Como sacerdote me he planteado muchas veces esta pregunta en referencia a la homilía de Navidad y a otras. A veces pensamos que ya se ha dicho todo. En un sentido es verdad, pero en otro más profundo es falso. Algún autor importante, no sé si Flaubert u otro, dijo que el amor es una palabra que aunque se diga mil veces cada vez suena distinta. La Navidad, siendo un acontecimiento que la Iglesia celebra desde hace unos dos mil años, no deja de ser cada año nueva. No somos nosotros los que le damos la novedad, sino el Misterio mismo que se presenta con nuevos matices para quien, humildemente se acerca a él.

Me comentaba un padre de familia que él, gracias a sus hijas (tiene tres y la mayor es de cinco años), cada año recupera la ilusión de la Navidad porque ellas le ayudan a mirar de forma diferente. La Navidad es la afirmación de que todo hombre puede tener esperanza. Si nos fijamos, en un mundo en pecado que el hombre, conscientemente o no, se empeña en destruir, se hace presente un niño que es Dios. Y viene para hacerlo todo nuevo. No lo franquean grandes personajes. Una mujer, que es virgen y se llama María y un hombre silencioso que no taciturno, de nombre José. Los tres resplandecen con una alegría inmensa. Es tan grande que cuando el ángel anuncia a los pastores que ha nacido el Mesías les da como señal que encontrarán a un niño envuelto en pañales. ¿es una señal extraña y desproporcionada? ¿Cómo un niño puede ser el Mesías, si además lo encontramos en un pesebre, comedero de animales? Pero cuando los pastores llegan, lo adoran. Quedan introducidos en el gozo de Nazaret que, digámoslo sin miedo, era el cielo en la tierra. Aún más, el que sostenía el cielo y que el cielo no puede contener estaba ahí en toda su pequeñez, y dos espejos, María y José, reflejaban todo su brillo.

Navidad nos enseña la belleza de lo pequeño y también nos recuerda que nosotros lo queremos todo. No nos conformamos con poco. Es no es el cristianismo. Sino que aunque tengamos poco, somos capaces de abrazarlo todo. Por eso en Navidad hay alegría, porque Dios está con nosotros en ese niño pequeño, totalmente vulnerable y al mismo tiempo omnipotente. En cierta ocasión le pregunté Juana, que era sacristana en una parroquia de Chile y vivía en una media agua (una especie de casucha de nueve metros cuadrados) si iba a celebrar la Navidad. Me dijo que sí Que con su marido y su niño encenderían una vela, tomarían un pan y algo de té, y cantarían villancicos. En ese gesto entendí como la Navidad nos abre a la esperanza más grande y nos permite anticipar ese deseo profundo de nuestro corazón. Deseo que no es para niñerías sino que aspira a la felicidad perfecta. Ha nacido Jesús, que es Dios con nosotros. Ante el misterio de Belén se reaviva esa conciencia. Dios misericordioso se abaja y se hace pequeño para que acercándonos a Él nos demos cuenta de que todo es pequeño a su lado.

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid