San Marcos 2, 23-28: Perseverando, alcanzó lo prometido.
Autor: Arquidiócesis  de Madrid


Hoy me han llamado dos veces seguidas de la empresa de telefonía para decirme que daban de baja mi solicitud de línea de fibra óptica para la parroquia. El problema es que la fibra aún no llega hasta la parroquia, aunque me han dicho que ya han pedido los permisos para hacer la zanja y traer hasta aquí el servicio. Las dos veces me han ofrecido meter cable de cobre, a lo que me he negado. Son unos pesados y creo piensan que insistiendo van a hacer lo que es más cómodo para ellos. Pero como para ellos es un rato de trabajo y lo que aquí se ponga va a quedar para muchos mucho tiempo, pagando lo mismo van a poner lo mejor. Me sale mi vena aragonesa y en esto no se cede ni para tomar impulso. Hay cosas en las que ceder por prisas trae consecuencias para mucho tiempo de las que luego te arrepientes.

“Un sábado, atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas. Los fariseos le dijeron: -«Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»” «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; as! que el Hijo del hombre es señor también del sábado.» El Señor podría haber regañado a sus discípulos por dar mala imagen o por dar escándalo. Muchas veces en aras de lo “políticamente correcto” guardamos las formas y no nos atrevemos a vivir la verdad. Pensamos que podemos dar escándalo si decimos a unos amigos que les dejamos un rato solos porque vamos a Misa, o pasamos de largo delante de una iglesia si vamos acompañados y no les invitamos a saludar al Señor, o pensamos que puede molestar el que no respondamos al móvil cuando estamos haciendo oración. Los mandamientos sociales de ahora son más numerosos y más exigentes que las normas del pueblo judío…, y nos plegamos a ellos de manera incondicional.

Jesús no hace eso, es constante en sus acciones y palabras en vivir la Verdad. En ocasiones la verdad escandaliza, duele a algunos o les hace daño. La verdad siempre va unida a la caridad, no es un arma arrojadiza, pero no hay mayor falta de caridad que faltar a la verdad. “Abrahán, perseverando, alcanzó lo prometido” Muchas veces no es fácil perseverar, la presión social es mucho, pero perseverando salvaremos nuestras almas.

La Virgen Madre jamás se avergüenza de su Hijo, ni cuando le llaman loco ni cuando está en la cruz. Persevera en la verdad aunque la evidencia de los ojos puedan decir lo contrario. Nosotros perseveremos en la Verdad, guiados por el Espíritu Santo, no nos separemos jamás del Señor.

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid