San Marcos 6, 7-13:
En comunión con Jesucristo

Autor: Arquidiócesis  de Madrid

 

 

Hebreos 12, 18-19. 21-24, Sal 47, 2-3ab. 3cd-4. 9. 10-11 , Marcos 6, 7-13

Jesús envía a los Doce. Aquella fue como una misión de prueba. Una vez haya subido al cielo los Apóstoles se dispersarán por todo el mundo anunciando el Evangelio. Entonces no serán sólo portadores de un mensaje sino también de la salvación misma. Por la imposición de las manos y la celebración de los sacramentos comunicarán la misma gracia de Dios. A ello se refiere la primera lectura de hoy.

Se compara la experiencia de los cristianos a la vivida por el pueblo de Israel en el desierto. El pueblo que caminaba hacia la Tierra Prometida recibió, en la montaña del Sinaí, la Tabla con los Mandamientos. En aquella Alianza el Señor señaló: “vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios”. La donación de la ley ya indicaba una cercanía muy grande de Dios. A través de Moisés el Señor daba a conocer su voluntad. El pueblo de Israel hubo de reconocer que Yahvéh era un Dios más cercano que los dioses de los otros pueblos. La carta a los Hebreos señala, sin embargo, que la experiencia cristiana es muy superior a la vivida en el Antiguo Testamento. Utilizando la figura de la Sión del cielo se señala la comunión entre el cielo y la tierra. Esta es posible gracias a Jesucristo, a quien se denomina Mediador.

En el texto el Mediador es contrapuesto a Moisés. Él también actuaba de intermediario entre Dios e Israel, pero exclamó “Estoy temblando de miedo”. Jesús, sin embargo es el mismo Dios que viene a la tierra para acercarse a nosotros. Precisamente por eso podemos acercarnos a Él y pondera la Carta a los Hebreos que nuestra experiencia es mayor que la del pueblo de la antigua alianza.

Ese acercamiento a Jesucristo es posible a través de la Iglesia. Si en el Evangelio de hoy leemos esa primera misión de los Apóstoles, sabemos que ahora la Iglesia comunica al mismo Jesucristo. No sólo lo da a conocer sino que nos pone en contacto con Él. Es el misterio de la gracia.

No deja de causarme dolor lo mal que muchas veces se trata a la Iglesia. Eso se hace desde fuera, pero también los mismos católicos parece muchas veces que no seamos conscientes de que es gracias a Ella que nosotros entramos en contacto con Jesús. Todo lo que dice la carta a los Hebreos es real, y lo es merced a esa institución, que es el Cuerpo Místico de Jesucristo. Se puede entender que ante un regalo tan grande y una realidad tan desconcertante muchos queden sorprendidos. Si grande fue la misericordia de Dios al entregar a Moisés los mandamientos y al guiar al pueblo por el desierto, mucho mayor es lo que ahora se nos da. Podemos unirnos a Él y ser conducidos interiormente por el Espíritu Santo. Ahora bien, eso no es posible sin la mediación de la Iglesia, verdadero Cuerpo de Jesús.

Virgen María, que diste a luz al Hijo de Dios en la carne y eres también Madre de la Iglesia, enséñame a amar a la que me une a Jesucristo.



Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid