San Juan 1, 19-28:
Yo no soy el Mesías

Autor: Arquidiócesis  de Madrid  

 

 

Yo no soy alto, más bien soy bajito. Seguramente cuando, por fin, pueda poner en marcha la parroquia tenga que buscar a los monaguillos en el grupo de prebautismales. Una negación no es una gran definición, aunque si supieseis que estoy entre un grupo de jugadores de la NBA enseguida sabríais que yo soy el bajito. Decir lo que no es algo es la manera de tener un gran conocimiento de ese algo, aunque es más que nada. Saber que un cactus no es una silla nos evitará muchos pinchazos.


“ Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: - «¿Tú quién eres?» Él confesó sin reservas: - «Yo no soy el Mesías.»” No es saber mucho de Juan, se definirá más adelante, pero nos aclara quien no es. Ya sería bastante que muchos contemporáneos nuestros supiesen quién no es Dios, quién no es Jesucristo. Hace tan sólo unos años en el tiempo de navidad o semana santa solían poner por televisión películas, más o menos acarameladas, sobre la vida de Jesús. Ahora, al menos en España, lo más católico que ponen es “El Señor de los Anillos”. Nos inundan de películas que llaman “familiares” (aunque algunas son para familias monoparentales sin hijos), o que tratan una temática religiosa para presentarnos a un Jesús que no resucitó, que no era humano o que se desvincula completamente de la Iglesia. Eso sí hace que confundamos un cactus con una silla. Entre magos, Papanoeles, sacerdotes renegados, viajantes del tiempo y elfos orejones parece que la encarnación es una sosería y la redención un acontecimiento a olvidar cuanto antes. Y entonces surgen mesías y redentores, mezcla de Rambo y Pipi Calzaslargas, que o bien se dedican a dar tiros en su colegio o se convierten en pequeños dictadores de su entorno, y lo peor es cuando les das algo de poder, entonces se vuelven profetas y doctores. Cuánta gente hoy no sabe quién es el Mesías ni qué implica la redención. “ Os he escrito esto respecto a los que tratan de engañaros.”

«Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías.» Juan sí sabe quién es. Sin duda la tentación de que te valoren más de lo que eres, que te tomen por otro más importante, es grandísima. El poder ciega, pero Juan ha descubierto la verdadera luz y no está dispuesto a hacerle sombra. A veces pensamos en medios, pedagogías y métodos para anunciar a Cristo. Es una labor estupenda y necesaria, pero no podemos olvidar que la manera de anunciar a Cristo es mostrar a Cristo (no nuestro métodos por muy buenos que sean). «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.» No importa demasiado si uno es la alegría de la huerta o sería el perfecto doble de una gárgola, o si sabe bailar o cantar, lo importante es que anuncie a Jesús. Entre los santos hay de todos los tipos, más audaces, más alegres, más tiesos, más apocados,… pero todos santos. Para los hijos lo importante es que sus padres les hables, con hechos y palabras, de Cristo. No hace falta ser un showman para hacerlo, pero, eso sí, sin deformarlo.

María tiene en sus brazos a Cristo y nos lo muestra. No nos enseña su idea de Jesús, ni lo que ella opina, muestra al mismo Dios hecho hombre. Eso mismo tenemos que hacer nosotros.
Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid