San Marcos 9, 14-29:
El arroz

Autor: Arquidiócesis  de Madrid 

 

Santiago 3, 13-18; Sal 18, 8. 9. 10. 15 ; san Marcos 9, 14-29

Hace ya un tiempo preparé una olla de arroz, no tenía demasiados ingredientes así que hice lo que pude pero con el colorante fui generoso, quería que tuviese un colorcillo más amarillo que los limones. Creo que el arroz no hubiera estado del todo mal si no fuese por dos pequeños detalles: se me olvidó echar sal, por lo que estaba más soso que Forrest Gump en una reunión de payasos, y en vez de colorante puse pimentón picante con lo que conseguí un color estupendo y un sabor repugnante que hacía acompañar cada bocado con tres vasos de agua. Son importantes los condimentos, pequeños pero importantes.
“Si tenéis el corazón amargado por la envidia y el egoísmo, no andéis gloriándoos, porque sería pura falsedad”. Cada día conozco a más personas amargadas, tienen buena pinta, parecen sabios, trabajadores, entregados pero cuando te acercas destilan amargura, son más picantes que mi arroz, dejan un regustillo áspero, no transmiten alegría sino discordia y envidias mal disimuladas, tienen una sabiduría “terrena, animal, diabólica” y aunque con el nombre de Dios en la boca todo el día, al final no construyen sino que destruyen.
Ese espíritu malo es difícil de expulsar, es la antonimia de la fe aunque se creen que tienen más fe que nadie y que luchan solos contra el mundo, siempre tienen razón y todos los demás se equivocan. “¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar?”, si oyesen ese reproche del Señor le contestarían: “ ¡Yo! ¿sin fe? ¿Más que tú!” y se largarían indignados. En el fondo del corazón todos tenemos esa pequeña remesa de envidia y de egoísmo que nos hace revelarnos ante Dios en alguna ocasión. Aquellos que no subieron al monte no habían visto a Jesús transfigurado, algunos se creían con derecho a “hacer milagros” por ser discípulos de Jesús- aunque no hubieran recibido ese encargo- y otros aprovechan la ausencia del maestro para sembrar la crítica, la discusión y la discordia. Así somos nosotros en algunas ocasiones o intentamos asumir papeles que la Iglesia no nos ha confiado y somos mejores que cualquier sacerdote, obispo o Papa que nos pongan por delante, o aprovechamos la debilidad de otros para hundirlos.
Dentro de dos días comienza la cuaresma, mira si tienes adherido a tu corazón algo de envidia y de egoísmo y pídele al Señor que te aumente la fe, que Él puede arrancarlo de tu interior y aunque creas que si te falta ese fondo te morirás (a fin de cuentas llevas toda la vida conviviendo con ellos) piensa en el chico del evangelio y ten la certeza de que Jesús te hará lo mismo a ti: “lo levantó cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie”.
“Esta especie sólo puede salir con oración y ayuno”, vete preparando para el ayuno de esta cuaresma (y no sólo espiritual, que dejar de comer de vez en cuando sienta estupendamente), y pídele a María que te acompañe en todos tus ratos de oración, de esta manera el Señor te concederá la sabiduría. “la sabiduría que viene de arriba, ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y de buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz; y su fruto es la justicia”. Merece la pena.

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid