San Marcos 9, 30-37:
Los bajitos

Autor: Arquidiócesis  de Madrid 

 

Apóstol Santiago 4, 1-10; Sal 54, 7-8. 9-10a. 10b- 11. 23 ; san Marcos 9, 30-37

Me contaba un señor amigo mío que cuando él hacía el servicio militar (en aquellos tiempos en que se empezaban a descubrir las ventajas de la lanza frente a las hachas de piedra), tenían un sargento tan borrico que siempre les hacía formar por estatura entre grandes gritos y amenazando con que los tres últimos en formar irían al calabozo. Los tres más bajitos del regimiento se pasaron el tiempo de la “mili” en el calabozo. El sargento tenía su lógica (más bien escasa) pero la estatura era la que era y si hubiese visto a un soldado con tacones seguramente lo desterraba.
A veces nosotros tenemos nuestra lógica que, comparada con la de Dios, se queda también bastante escasa. A los apóstoles parece que no les bastó el “apártate de mí, Satanás” del otro día a Pedro y cuando oían a Jesús hablar de que “El hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y después de muerto a los tres días resucitará.” ellos se ponían a pensar en otras cosas por no preguntarle y luego sus pensamientos derivaban hacía sí mismos, a sus cargos personales. Es una tontería tener miedo a preguntarle a Dios, “acercaos a Dios y Dios se acercará a vosotros”, pero es igual de estúpido el pretender que Dios te conteste lo que tú desearías oír. Los niños (que escasean cada vez más en número y en espíritu) dicen la verdad de lo que piensan: La señora que parece una foca, la que tiene bigote, el tipo que huele mal,… son políticamente incorrectos y diplomáticamente un fracaso pero ¿es que nadie se atreve a decir a alguien, que le huelen las axilas peor que una jaula de monos y que no estaría de más usar desodorante? Quizá sea para no ofenderle, pero ¿será “mejor” pensar para mis adentros que ese señor es un guarro?. Si le preguntas a Dios te contestará pero seguramente no como tú quisieras. Ante la muerte te encontrarás la resurrección, ante la enfermedad la cruz redentora, ante la pobreza tu codicia, ante tu soledad tu egoísmo. Frente algunas cosas tendrás que pedirle al Señor que afiance tu fe, ante otras que te ayude a cambiar realmente de vida, a no andar con componendas y medias tintas.
Hoy el apóstol Santiago nos echa un buen rapapolvo, no es políticamente correcto ni parece que quiera ampliar su círculo de amistades, pero piensa despacio si realmente no es necesario que de vez en cuando nos ayuden a sacudir el polvo del camino, tantas pequeñas (o grandes) manías o pecados que se van quedando en nuestro corazón y en nuestra vida y además te lo dice desde el cariño, como te dice las cosas Dios porque te quiere.
Mañana nos dirán “acuérdate que eres polvo y al polvo volverás” o “conviértete y cree en el Evangelio” según el gusto del sacerdote. Seguramente te llenes de propósitos de cambio y de conversión para esta cuaresma. Te animo a que no lo vivas solo, busca un buen sacerdote que te dé aliento, te apoye, te oriente y- de vez en cuando- te regañe con cariño, y notarás que crecerás, que ya no eres siempre de los tres últimos en formar. Pídele hoy a tu madre la Virgen que te oriente en la búsqueda de ese sacerdote y decídete a dejarle a Dios hablar en tu vida.

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid