San Juan 13, 16-20:
"Siento su mano fuerte que estrecha la mía

Autor: Arquidiócesis  de Madrid     

 

Hechos de los apóstoles 13, 13-25 ; Sal 88, 2-3. 21-22. 25 y 27 ; san Juan 13, 16-20

Benedicto XVI, ayer, durante su primera Misa como Pontífice, mientras que reconocía la enorme responsabilidad que suponía ser el nuevo Papa, aseguraba, haciendo alusión a Juan pablo II: “siento su mano fuerte que estrecha la mía”. Y ese sentimiento, lleno de absoluta certeza, también le decía: “no tengas miedo”. Verdaderamente es grande lo que pasa en la Iglesia, y aunque no seamos del todo conscientes, sí vislumbramos que la mano de Dios está sobre ella con la mayor de las seguridades. Conocemos la enorme talla intelectual de Benedicto XVI, pero empezamos a conocer un poco más su vida entregada a Dios… y su humildad. Hombre de oración, y gran amante de la Eucaristía. Cuando aún era cardenal, escribió: “La humanidad de Cristo se convierte en Eucaristía, que nos invita a recibir el fruto de la verdadera vida”. Y hacía alusión a cómo hemos de “aceptar” el amor de Dios: “reconociendo que es nuestra verdad… La ‘dependencia’ de Dios en la Eucaristía no es dependencia extraña, sino libertad, Verdad y Amor”. De esta manera nos prepara Benedicto XVI para el próximo Sínodo, en el mes de octubre, que tratará sobre la Eucaristía, y que inició en sus preparativos, con la hermosa encíclica “Ecclesia de Eucharistia”, su predecesor Juan Pablo II.

“Hermanos, si queréis exhortar al pueblo, hablad”. Estas palabras de los jefes de las sinagogas a San Pablo y sus compañeros, también las reclama el mundo entero al nuevo Papa. La humanidad está sedienta de Dios… y la Iglesia está necesita de que se le confirme en la fe, y que sus ministros sean dispensadores de la Verdad. Esta es, precisamente, la leyenda que reza en el escudo cardenalicio del actual Papa: “Cooperadores de la Verdad”. Hemos de dar a entender a los hombres que el único lenguaje posible es el de la verdad, porque ésta nos hará libres. La enorme cantidad de libros escritos por Benedicto XVI aluden, en su gran mayoría, al tema de la verdad. Decía en uno de ellos (“Conciencia y verdad”): “El papado sólo se le entiende con el primado de la conciencia… fundado en ella y por ella garantizado. La conciencia nunca está del lado de la subjetividad, sino que la autoridad afirma su libertad. La conciencia es la superación de la mera subjetividad en el encuentro entre la interioridad del hombre y la verdad que procede de Dios”. Esta es la verdad que nos confirma en la fe que profesamos, y aunque muchos (porque los hijos de las tinieblas no descansan) afirmen que se trata de una vuelta atrás en la Iglesia, vemos que el Espíritu Santo trae “vientos” que harán transformar los corazones pusilánimes y dubitativos de los que aún no han salido de su aburguesamiento mediocre.

“El que recibe a mi enviado me recibe a mí; y el que a mí me recibe, recibe al que me ha enviado”. Con emoción y gratitud recibimos a Benedicto XVI, porque viene en nombre del Señor. Estemos atentos a sus palabras e indicaciones. Recemos con más fuerza para que el Señor le sostenga en esta enorme tarea que significa llevar sobre sus espaldas la gran responsabilidad de la Iglesia. Alguno preguntaba qué significa ese “oso” que parecía llevar un gran peso en su lomo, y que aparece dibujado en su escudo cardenalicio. La respuesta fue evidente: “llevar con valentía y vigor lo que Dios le vaya encomendando”.

Me emocionó, particularmente, el que extendieran, antes de la primera bendición papal, el gran tapiz en el que aparecía el escudo pontificio de Juan Pablo II: “Totus tuus”. Es la forma con que Benedicto XVI ratifica su amor a la Virgen. María, mujer amable, pero también mujer fuerte, le irá indicando a nuestro querido Papa el camino que lleva a su Hijo para confirmarnos a todos en el amor a Dios y en el servicio a las almas.

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid