San Lucas 12, 49-53:
Reclinatorios
Autor: Arquidiócesis  de Madrid

san Pablo a los Efesios 3, 14-21; Sal 32, 1-2. 4-5. 11-12. 18-19 ; san Lucas 12, 49-53

Las tres cuartas partes de los bancos de mi parroquia no tienen reclinatorio. La verdad es que no sé por qué unos tienen y otros no. Tal vez nunca tuvieron, o algún sacerdote pensó quitarlos porque le parecía mejor. Lo cierto es que es dificilísimo encontrar un carpintero que los ponga, y mucho más difícil a un precio asequible. Me da rabia ver lo rápido que se puede perder la costumbre de arrodillarse. Llega la consagración y la gente sigue de pie, incluso a veces con las manos en los bolsillos, como quién espera el autobús. Sin embargo, cuando alguien realmente necesita de Dios, cuando siente cierta desesperación y quiere pedir algo fervientemente a Cristo, busca uno de los bancos con reclinatorio y se pone de rodillas. ¿Será que cuando el Señor se hace presente en el altar, no necesitamos de Él?. No creo, pero hemos hecho de la Santa Misa algo tan banal que parece que Dios está ausente y lo único que nos preocupa es que el cura acabe pronto.

“Doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, pidiéndole que, de los tesoros de su gloria, os conceda por medio de su Espíritu robusteceros en lo profundo de vuestro ser, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; y así, con todos los santos, lograréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios.” Casi he copiado completa la primera lectura, pero me veo incapaz de decirlo mejor. San Pablo, al que muchos acusan de unir el mensaje de Cristo con el de los filósofos de entonces, sabe que Cristo es mucho más que una filosofía. San pablo no caería de rodillas ante una estatua de Platón, pues ya había caído de rodillas ante Cristo, y sabía que ante nadie más se hincaría en tierra. Había conocido, palpado y vivido el amor cristiano, el amor de Cristo, y eso dejaba reducida a una pequeña sombra toda la filosofía que podía conocer. Esto no es una crítica a la filosofía o al conocimiento. Pero Dios que se nos revela en Cristo no es el dios de los filósofos, ni de los científicos. Ante el dios de la ciencia uno quiere que sea él quien se arrodille ante nosotros, queremos dominar la ciencia, descubrir sus secretos y que se ponga a nuestro servicio. Pero Dios, el verdadero Dios que Cristo nos muestra, ,es el que hace del amor su cimiento y nuestra raíz, no se le puede dominar ni adulterar: ante Dios sólo cabe ponerse de rodillas y darle gloria, amando como Él nos ama.

“He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla!” ¿Quién podrá decir que Dios no es apasionado? Ni tan siquiera el amor más “natural,” el amor de una familia, se puede mantener si no se basa en el amor de Dios, si no vive el amor como Dios lo vive. ¿Por qué se dan tantos casos de lo que llamamos “violencia doméstica? Tristemente porque en nuestras casas hemos sustituido el amor a Dios revelado en Cristo por el amor al dios dinero, al dios egoísmo, al dios consumo, al dios técnica …. , A cualquiera de esos falsos dioses que no saben amar, ante los que nunca nos pondremos de rodillas, a no ser que nos sintamos humillados, pero no amados.

Me gusta esa imagen de la película de la Pasión en la que María corre a ponerse de rodillas al lado de su Hijo caído bajo el peso de la cruz, y hace el director un “flash-back” (creo que se llama así), recordando alguna de las veces que Jesús se cae de pequeño y María corre a ponerse a su lado. Pídele a María que te enseñe a arrodillarte, el cristiano no se pone de rodillas por temor o humillación, se arrodilla por amor, asombrado de lo que Dios nos quiere. No tengamos miedo ni vergüenza a ponernos de rodillas.

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid