San Lucas 14, 1. 7-11:
Actualizaciones
Autor: Arquidiócesis  de Madrid

san Pablo a los Filipenses 1, 18b-26; Sal 41, 2. 3. 5bcd ; san Lucas 14, 1. 7-11

Algo nos une a todos los usuarios de la informática: a nadie –que yo conozca-, le agrada ver que al arrancar aparece el cartelito de “Buscando actualizaciones de forma automática.” Cada día, especialmente a los resignados usuarios de Windows, se les actualiza el antivirus, las protecciones, el sistema operativo , de vez en cuando, la ROM, el PRAM y la Biblia en verso. Así que mientras observas una barra con movimiento, o una ruedecilla, o algo que te despiste, pierdes un tiempo precioso. Tienes la satisfacción de pensar: “Estoy a la última,” hasta que esa actualización te fastidia un programa con el que llevas trabajando sin problemas unos cuantos años, o te pide más memoria o un procesador mejor. Pero estamos atados a las actualizaciones, las necesitamos y nos resignamos a que el ordenador haga “sus cosas,” mientras tu haces la tuyas.

“Cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba.”Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.” Esta es una gran noticia, ser cristiano es estar “a la última,” como el ordenador después de cada actualización. A veces en las fiestas de la parroquia hacemos carrera de “bicis lentas.” Consiste en recorrer un pequeño trayecto en bicicleta en el mayor tiempo posible, y sin caerse al suelo. Muchas veces se acusa a la Iglesia de estar “muy detrás” de los tiempos que corren, y tienen razón. La Iglesia no participa en una carrera de velocidad, le gusta contemplar el tiempo en que vive e iluminarlo con la luz de Cristo. Ahora media humanidad quiere ser el primero, llevar razón y quedar por encima de otros, y no se da cuenta que “Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: “Cédele el puesto a éste.” Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.” El chico que quiere ser el primero en mantener relaciones sexuales, la chica que es la primera de su grupo que aborta o se toma la píldora del día después, el primero del grupo de amigos que se divorcia, o tantos otros ejemplos, se ponen como los “adelantados,” pero el día que se paran a mirar su vida sinceramente se sienten avergonzados. El cristiano, la Iglesia, conoce perfectamente la condición humana, sabe cuál es nuestra esencia, nuestra dignidad de hijos de Dios. Por eso sabe que es dueña de la creación, que no todo lo que se puede hacer es bueno, por eso se pone la última en el convite de la vida, pero mira al dueño de la casa. El caradura intentará “colarse” en la fiesta, pero el que nos convida a la existencia nos conoce a cada uno, y no se deja engañar.

Por esto San Pablo pude decir: “en ningún caso saldré derrotado; al contrario, ahora, como siempre, Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte.” No le importa que le llamen “progre” o “carca,” “avanzado” o “retrógrado.” Sabe de quién se ha fiado y quién es el que coloca a los invitados en el convite, aunque otros intenten introducirse a codazos.

¿Quieres estar a la última? Pues mira tu vida con sinceridad, haz una buena confesión y acude a Misa y a la oración con humildad, ponte a servir a Cristo entre los últimos, y deja que sea Él quien te busque un sitio en su mesa.

María siempre está actualizada, se puso la última y ha pasado como novia la banquete. Unidos a ella tendremos la mejor recomendación ante aquél que nos invitó a la existencia.

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid