San Lucas 14, 12-14:
Barra Libre
Autor: Arquidiócesis  de Madrid

san Pablo a los Filipenses 2, 1-4 ; Sal 130, 1. 2. 3 ; san Lucas 14, 12-14

“Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte”. El banquete al que el Señor se refiere es aquel que damos todos, y en el que la mesa está servida siempre hasta que el mismo Dios retire los cubiertos: el banquete de nuestra vida. Los platos son de lo más suculentos: nuestro tiempo, nuestras fuerzas, nuestros planes, nuestro cuerpo, nuestro dinero, nuestros bienes, nuestro descanso, nuestra vigilia y nuestro sueño… De beber, nuestro buen humor, nuestra sonrisa dulce o amarga, con gas y sin gas, nuestras palabras solas, o con leche, buena o de la otra… Y, de postre, nuestro cariño, los sentimientos de nuestro corazón, nuestras simpatías y antipatías…

¿Quién se está comiendo y bebiendo todo eso? ¿Quién se está “viviendo” tu vida? En responder a esta pregunta te lo juegas todo: ahí es donde ha clavado su Palabra hoy el Señor.

Puede que, en el banquete de tu vida, hayas puesto las mejores fuentes cerca de tu asiento: la mayor parte del jamón te lo estás comiendo tú; la botella de vino bueno está junto a tu plato, y, aunque sirves un poquito a los demás, ya te has bebido la mitad de las reservas. Cuando alguien mete mano en la fuente de las albóndigas, te lamentas por dentro y a veces por fuera pensando que se ha llevado, sin pedir permiso, precisamente aquella que querías comerte, la más redondita… ¡Y no digamos de las patatas! Cuando, en el “poco tiempo” - dices - que te queda para ti, vienen los tuyos a darte la lata, te sientes como si se te estuvieran comiendo las patatas… ¿No es verdad? Luego, a la hora de invitar, tienes buen cuidado de sentar a tu mesa a aquellos que puedan pagarte: “hoy por ti, mañana por mí”.

Sueles sentar a tu mesa a gente guapa, simpática, de trato agradable y cariñoso, que al menos te paga con su agradecimiento y sus buenos modos; pero eso de darle tu tiempo a personas “desagradables” o ingratas, o a quienes no pueden pagarte porque en la mesa de su vida apenas hay un mendrugo de pan duro… A esos, si les das algo, les das las migas.

¿No entiendes que eso precisamente es lo que quiere decirte hoy el Señor? Cuando acudes a misa, a la mesa de Cristo, si abres los ojos te darás cuenta de que el banquete de la Vida del Hijo de Dios tiene puesto en la puerta un letrero: “Barra libre”. ¡Hasta tú y yo, que le hemos muchas veces ofendido, podemos entrar, y comemos su cuerpo, bebemos su sangre, vivimos su Vida! ¿Se te ha quejado alguna vez el Señor de que le estás quitando las patatas? ¡Pues, en adelante, haz tú lo mismo! Pon tu vida en manos de la Virgen y deja que sea Ella quien la distribuya entre quienes más la necesitan. Deja que los demás se “vivan” tu vida y pon el letrero de “barra libre”… ¡Dios, que invita, correrá con los gastos!

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid