San Lucas 1, 5-25:
Que los escépticos callen

Autor: Arquidiócesis  de Madrid

Jueces 13, 2-7. 24-25a; Sal 70, 3-4a. 5-6ab. 16-17; san Lucas 1, 5-25

El anuncio del nacimiento del Bautista guarda algunas similitudes con el de Jesús. Pero al mismo tiempo hay grandes diferencias. De hecho así como el ángel del Señor se limita a anunciarle a Zacarías que tendrá un hijo, Gabriel le hace presente a María no sólo el misterio de la Encarnación sino su propia vocación. Al mismo tiempo Isabel es estéril, pero María permanece virgen. Con todo el anuncio del nacimiento del Bautista reviste grandes enseñanzas.

Cuando Dios habla no podemos dudar de Él. Decía santo Tomás que mil dificultades, en lo que se refiere a la fe, no ocasionan ni una sola duda. Es interesarse comparar como María, que pide una explicación al ángel no duda de su palabra. En cambio Zacarías, al serle anunciado que a pesar de su vejez y de la esterilidad de su esposa va a tener un hijo, responde desde el escepticismo: “¿Cómo estaré seguro de eso?” El ángel le riñe, así que tenemos la certeza de que Zacarías obró mal. A pesar de ello lo veneramos en el santoral, porque su vida cambió más tarde. Dios lo dejó mudo hasta el nacimiento de Juan.

San Agustín ya señaló en su momento la congruencia de ese hecho. Juan nace en medio del silencio de su padre y después se retirará a la soledad del desierto. Es así porque había de ser la voz de la Palabra. Que mejor que el silencio para cumplir ese cometido.

Por otra parte, que mejor que los escépticos permanezcan callados. Supongo que todos hemos vivido esa situación desagradable en que gente que duda de las enseñanzas de la Iglesia o que tiene las cosas poco claras tiene ganas de expresarlas. Lo hacen en nombre de una supuesta sinceridad. Es mejor que se callen. Uno puede manifestar sus dificultades, como hizo María ante Gabriel, pero no es justo que extienda sus dudas a los demás. Si dudamos de lo que enseña la Iglesia lo mejor es permanecer con la boca cerrada. No sólo no entran moscas sino que tampoco salen barbaridades, incoherencias y hasta herejías.

Porque dudó Zacarías tampoco pudo expresar las maravillas de las que había sido testigo al pueblo. A la gente le hubiera gustado saber con detalle lo que Dios le había dicho, pero él no podía decirlo a causa de su duda. La duda cierra el camino a la evangelización e impide la comunicación de la Buena Noticia. El escéptico deja a los de alrededor privados de la verdad.

A las puertas de la Navidad nos damos cuenta de la importancia de creer sin condicionantes lo que Dios nos enseña. Es la mejor manera de vivir el misterio. Además así podemos comunicarlo. Y de ahí se siguen otros bienes también para nosotros. Como decía Juan Pablo II, “la fe se fortalece dándola”.

Virgen María, ayúdanos a creer con sencillez, todo lo que Dios nos da a conocer en estos días; aparta de nosotros la tentación de la duda, y conviértenos en testigos de la Buena Noticia.

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid