San Mateo 1, 1-25:
¿Hacia dónde estás mirando?
Autor: Arquidiócesis  de Madrid

Isaías 62, 1-5; Sal 88, 4-5. 16-17. 27 y 29 ; Hechos de los apóstoles 13, 16-17. 22-25; San Mateo 1, 1-25

Aún recuerdo un año en que el día 24 de diciembre coincidió con un domingo, como el de hoy, fue en 1995. Nunca se me olvidará, a causa de un lamentable incidente que aún no he conseguido olvidar. Celebraba yo, entonces, a las once la mañana, una misa para los niños, y, al comenzar el tiempo destinado a la homilía, descendí del presbiterio, micrófono en mano, y lancé al aire la siguiente pregunta: “Queridos niños, ¿quién viene esta noche?”.

Poseído de un frenesí digno de mejor causa, un infante de la primera fila alzó la mano mientras jadeaba, ansioso por tener cerca el micrófono y hacer saber al resto de la asamblea que él conocía la respuesta a tan difícil pregunta. Me acerqué a él, puse el micrófono junto a sus labios, y volví a preguntarle: “a ver, Luisito, dinos ¿quién llega esta noche?”… Y entonces, como un grito de triunfo, el tal Luisito disparó: “¡Papá Noel!”… De ahí mi casi histórica rivalidad con un personaje tan ridículo y de tan grosera risa. Mi pobre Luisito era el símbolo de las pascuas paganas, las que ya se viven, por desgracia, en muchos hogares. Gracias a la “mercantilización” de la Navidad, de la que Papá Noel es todo un emblema, al llegar el 24 de diciembre, los ojos de muchos hombres están puestos en la cocina, en la mesa, en los grandes almacenes… En definitiva, en la chimenea, por donde supuestamente entrará el de las barbas cargado de bienes materiales. Junto a ello, muchos buenos deseos, mucha poesía, muchos “buenos sentimientos”… Y poco Jesucristo. No es esta nuestra Navidad.

Hoy, mientras los ojos de muchos están clavados en la chimenea, esperando que de ella caigan, en una noche mágica, “salud, dinero, y amor”, los nuestros, como los de Isabel, deben estar fijos en la Puerta, en María. No sé si, mañana, tendremos más salud, más dinero, o más amor humano; aventuraría mucho si se lo prometiera a alguien, porque no soy, ni quiero ser, Papá Noel… Pero sé que esta noche se abrirán las purísimas entrañas de la Virgen, y vendrá a nosotros Jesús, Dios hecho hombre. Sé que vendrá lleno de Amor, pero de ése que se escribe con mayúsculas, del único que puede llenar “hasta arriba” el corazón del hombre, y liberarle de toda esclavitud. Vendrá como un beso, y acariciará el alma, y la noche se volverá mediodía, y las soledades se derretirán y llenarán de gozo… No sé si traerá dinero o regalos envueltos en papel de colores, porque viene pobre y habrá de reposar en un pesebre; pero traerá, sin duda, la bendición todo un Dios sobre nuestras vidas… No sé si traerá salud, porque viene en carne mortal y enfermiza, como la nuestra; pero sé, a ciencia cierta, porque nos lo ha prometido, que traerá la salvación. Nada de eso entrará por la chimenea; nuestra Navidad, que es una Navidad respetuosa, entrará por la Puerta, por María. Que no se aparten de Ella nuestros ojos.

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid