San Lucas 12, 54-59:
Internet
Autor: Arquidiócesis  de Madrid

Sin duda alguna esto de Internet es un gran invento. A un click puedes encontrar casi toda la información -más o menos precisa-, que necesitas. Para muchos se nos ha convertido en una herramienta indispensable y si te falla o te quedas sin él un tiempo te encuentras perdido e incluso llegan a denunciar a la compañía. Aunque tendríamos que preguntarnos si realmente es indispensable si nos vendría bien, de vez en cuando, desconectar un poco. Tanta gente enganchada a Internet y colgando todo tipo de páginas es una maravilla para conseguir información, pero también crea muchos problemas. Cuanta gente se sienta frente al ordenador con el buen espíritu de trabajar y acaba haciendo cualquier cosa excepto lo que tenía que hacer. Ya es triste perder el tiempo, pero mucho más cuando eso lleva a visitar páginas inmorales o que nos llevan al pecado. De pronto se preguntan ¿Cómo he llegado aquí?, es como si alguien abriese la puerta de su casa y se encontrase en vez de su salón, un burdel. Es una pena pues, en vez de alejarnos del enemigo, una vez que ha asomado la cabeza, le dejamos entrar hasta la cocina de nuestra alma.
“Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: “Chaparrón tenemos”, y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: “Va a hacer bochorno”, y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente?” Lo que más me asombra cuando confiesas a personas que tienen problemas con el uso de Internet es que saben perfectamente por donde llega el enemigo, sus armas y sus métodos, pero dejas que venza. Bueno, la verdad es que no me asombra demasiado, así somos los humanos y lo describe con perfección San Pablo: “Sé muy bien que no es bueno eso que habita en mi, es decir, en mi carne; porque el querer lo bueno lo tengo a mano, pero el hacerlo, no. El bien que quiero hacer no lo hago; el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago. Entonces, si hago precisamente lo que no quiero, señal que no soy yo el que actúa, sino el pecado que habita en mi. Cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro inevitablemente con lo malo en las manos.” Puede parecer inevitable, muchos se resignan con un ¡Qué la vamos a hacer! y una y otra vez se ponen en peligro de abandonar su alma en manos del Satanás cibernético.
Pero no hay que caer en la desesperanza: “¿Quién me librará de este cuerpo presa de la muerte? Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, y le doy gracias.” Estoy convencido que hay que poner, en estos tiempos revueltos, nuestra confianza en Dios y pedirle una gracia especial a Dios para acercarnos a lo bueno y rechazar lo malo. No hay que ser tontos, hay que poner medios concretos (no tener el ordenador en un sitio privado sino en uno de paso, poner filtros, apagarlo a una hora fija, si es la televisión no sintonizar algunos canales), pero todo eso sería inútil si no pedimos a Jesucristo el enamorarnos de la belleza, de la verdad, de lo auténtico. Sólo así despreciaremos lo mundano, lo chabacano, lo violento o la curiosidad inútil.
En Internet se pueden hacer cosas muy buenas, como leer este comentario, usemos los medios de hoy para evangelizar el mundo de hoy, no para llenarlo de porquería. Que nuestra Madre la Virgen, Madre del Amor hermoso, nos ayude a dar gracias a Jesucristo en cada click de nuestra vida.

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid