San Lucas 6, 6-11:
No complicar las cosas
Autor: Arquidiócesis  de Madrid

 

Leyendo el Evangelio de hoy he pensado que hay muchas situaciones difíciles. Hay temas de moral, problemas concretos, que a veces tardan en solucionarse. Otros, aunque no sepamos bien lo que debemos hacer, hemos de tomar una decisión prudencial. No siempre es fácil. Es más, en no pocas ocasiones, las circunstancias lo vuelven todo muy difícil. Continuamente llegan a los especialistas y también a la Santa Sede preguntas sobre cuál es el modo correcto de actuar. La vida es complicada, pero eso no significa que no existan salidas. Siempre las hay.

En el Evangelio de hoy, sin embargo, encontramos la situación contraria. Jesús realiza el bien y los escribas y fariseos aprovechan para acusarle. Hay un detalle que no debe pasarnos por alto: “estaban al acecho para ver si curaba en sábado y encontrar de qué acusarlo”. Aquellos hombres no actuaban con sinceridad ni inocencia. Ya había tomado una determinación y sólo esperaban que las cosas se volvieran en su favor. Esperaban el dato que les permitiera formular la condena. Jesús lo sabía, pero no huyó. Bien al contrario aprovechó para dar una enseñanza.

Sabemos que, a veces, es preciso dejar de hacer algo bueno si con ello escandalizamos a personas de buena fe que no van a entender nuestra actuación. Pero no es el caso. Aquellos hombres podían comprender la acción de Jesús. Cura en sábado y con ello da una gran enseñanza. Todo lo que Dios ha dispuesto no va en contra del hombre sino que es para su bien. Sucedía con la ley mosaica y pasa con la evangélica.

Ningún precepto moral va contra el hombre. Aunque no todos obligan en todas las circunstancias. Así, por ejemplo, un enfermo no está obligado a asistir a Misa en domingo e, incluso, alguien podría dejar de hacerlo por atender a un necesitado o por una causa proporcionada. Sin embargo, nunca estará permitido odiar a nadie o cometer actos impuros. No todo es lo mismo y, sin embargo, tampoco es tan difícil distinguirlo como regla general.

Lo que nos ayuda, en cada momento a acertar en nuestras decisiones es la conformidad. De corazón e intelectual con la Iglesia. Eso nos da una connaturalizad, propiciada por la acción del Espíritu Santo, con la voluntad de Dios. Seguirán habiendo situaciones bien complicadas, pero será más fácil acertar en las decisiones.

En la primera lectura vemos, como contrapunto, que san Pablo se queja de que los cristianos de Corinto no han actuado correctamente ante un caso de unión ilegítima. Es justo el extremo contrario. Gente que parece no darle ninguna importancia a los preceptos morales y que no se escandalizan por nada. Uno no puede refugiarse en la bondad de Dios para decir que todo está bien y que allá cada cual con su conciencia. Precisamente Dios nos salva (esos panes ázimos de que habla el apóstol), para que seamos capaces de obrar como corresponde, para que nuestra vida sea conforme con la bondad y la verdad deseadas por Dios.

Para discernir lo correcto en cada circunstancia hay que pedir la luz de Dios. Él no deja de ofrecérnosla. Invoquemos a María para que busquemos siempre lo que agrada a Dios y nuestra vida sea conforme con su voluntad.

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid