San Juan 1, 1-18:
Feliz Navidad
Autor: Arquidiócesis  de Madrid

 

Feliz Navidad. ¡Qué frase tan corta y tan repetida!. En el día de ayer y en el de hoy la he oído tantas veces y de tantas maneras: habladas, por Internet, por teléfono (por fax no, porque no tengo). Hasta un chino me ha felicitado la Navidad con un SMS de esos: “Los amigos son como las estrellas que cuando los miras te duele el cuello”. Feliz Navidad. Que frase tan cortita y tan llena de contenido. ¿Con quién cenas hoy? Era la frase de ayer. Quitando mi vicario parroquial (y algunos más)que cenará solo (no ha querido venirse a casa de mis padres), el resto te contesta que con la familia, los suegros te dicen tristes, los padres te dicen alegres, mi madre y su novio te dicen otros, … bueno cada cual en su situación, pero que importante es desearse hoy ser feliz.

“La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.” Podemos no recibir, pero existe la luz. Hoy me atrevería a decir: Dios tiene derecho a que estemos alegres. Mucho no sabrán por qué, otros habrán pecado hasta decir basta este noche, otros no se acordarán muy bien si es sábado, domingo o martes. Pero Dios tiene derecho a encontrarnos un poco felices,… bastante felices, … muy felices. Ya comenté que la felicidad era un término complicado, es fácil de intuir pero a veces difícil de encontrar porque buscamos mal. Pero aunque sea “mal felices” Dios tiene derecho a encontrarnos felices. Ayer fui a confesar, administrar la unción y hablar con un enfermo con grandes dolores, la familia no estaba muy a favor, e incluso hasta anteayer el enfermo decía: “La Iglesia no me deja morirme”, pues prefería la muerte a la vida. Le escuché, me escucho, se confesó y rezamos un Avemaría juntos, despacito y paladeandola, … creo que hacía tiempo que no rezaba en voz alta, contestó consciente a toda la unción y al final dio las gracias. Dolores…muchos; felicidad creo que bastante, había aceptado con su enfermedad. Hace poco hablaba con un chaval bisexual que no sabe si el chico al que quiere está dispuesto, o no, a darle lo que él está dando por el otro… y dejando claro lo que la Iglesia le dice, que es siempre hijo de Dios y hay cosas más importantes que el sexo; se tiene que sentir acompañado por la Iglesia y que el cura no le juzga ni le condena, a veces solamente me queda escuchar, pues con nadie más puede hablar de estas cosas. ¿Es feliz? Creo que no, que sufre, pero tiene que encontrar el sitio don de hablando no sufra. Hace diez minutos me ha llamado otro chaval que se siente mal pues no aporta nada a la casa de su tía, donde vive pues su madre se ha ido con su novio. Le puedo ofrecer una caja de comida que me han dejado en la parroquia. ¿Es feliz?. No creo, pero tiene algo que llevar a su casa y no entrar con la cabeza gacha aunque sea el dueño de las calles por ser de una banda.

Por todo eso y más: ¡Feliz Navidad!. Tal vez no encontremos la felicidad completa, incluso encontremos el extremo opuesto a la felicidad, pero si en el día de hoy alguien intuye que puede ser feliz, ¡bendito sea!. Con nuestra oración, sacrificio y nuestra palabra un día se encontrará con la felicidad y la seguirá. ¡Laus Deo!

Vino a su casa, y los suyos no la recibieron” Excepto María, que ella nos enseñe el camino para atisbar, aunque sea de lejos, la felicidad

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid