San Marcos 12, 1-1:
¡Ahí lo tenéis, enterrando muertos!
Autor: Arquidiócesis  de Madrid

 

Tob 1,3.2,1b-8; Sal 111; Mc 12,1-12

El pequeño libro de Tobías es espectacularmente bello, y nos indica las ansias profundas de los israelitas. Matrimonio. Ángeles. Bien hacer de un deportado a Nínive. Ejemplaridad. Prepara un banquete, pero envía al hijo, Tobías, a que busque un pobre de entre los compatriotas deportados, para invitarle. De ahí salen pues las parábolas de Jesús en las que se va por los caminos para encontrar invitados a las bodas. Te espero, hijo, hasta que vuelvas. Mas, ay, han asesinado a un israelita y está tirado en la plaza. Tobit da un salto, abandonando su comida sin haberla probado, y recoge el cadáver. Con él cumple lo que son los ritos de sus costumbre. Y llora. Y entierra al asesinado. Se lava, y come entristecido. Los vecinos se ríen de él. Nos enteramos de que ya ocurrió algo similar, y le buscaban para matarlo, pero ahora ahí lo tenéis, enterrando muertos.

Madre Teresa de Calcuta entendió el mensaje de Tobit y lo llevó a la práctica. Bendito sea Dios por ello. Porque el justo, jamás vacilará, siendo clemente y misericordioso, como el Señor Dios lo es con nosotros.

Las parábolas de Jesús tienen destinatario, y la de hoy es terrorífica. Imaginaos como sumos sacerdotes, escribas y ancianos que la escuchamos temblorosos de rabia. La viña con su cerca y su lagar. Casa del guarda y labradores que la trabajan. Señal completa del pueblo de la Alianza. Quiere percibir su tanto del fruto, y va a las autoridades al cuidado de los que está el cotarro, enviando un criado, y luego otro, y luego otro. Los agarran, apalean, descalabran y matan. Enviaré al Hijo, a este lo respetarán. Mirad, es el heredero; venga, lo matamos, y la herencia será nuestra. Teníamos autoridad en la viña; ahora ya es nuestra posesión. La herencia será nuestra. Seremos como dioses. Lo matan y arrojan fuera. Como harán con Jesús. Las autoridades comprenden a la perfección el decir de Jesús. Para ellos, todo es pura claridad en la terrible condena. ¿Qué hará el dueño de la viña? La Alianza será con otros. Todo será distinto. Ahora, todo se cumplirá de otra manera. Una nueva Alianza, un Nuevo Testamento. Todo lo será en el Hijo.

La parábola iba por ellos. Lo entendieron muy bien. Intentaron echarle mano. Pero temieron por la gente. Debemos asegurarse mejor las cosas, no sea que haya una revuelta contra nosotros. Deberán contentar al pueblo y hacerse con él; son su autoridad y conocen cómo hacerlo.

¡Ahí lo tenéis, como Tobit, enterrando muertos! Porque el seguidor de Jesús, enterrando muertos —no olvides que tú estás también de los primeros en esa fila—, hace lo que el Señor le pide. Vivir con piedad. Bajar a Jesús de la cruz y trasladarlo a la tumba preparada a toda prisa para él, como si las cosas vinieran de sopetón, cuando este es desde siempre el plan del Padre para nuestra salvación. Dios Redentor. Ahí, en ese cuidado de Tobit y en esa caricia de Madre Teresa, se cumple la voluntad de Dios para con nosotros. Voluntad de gracia. Porque ese cuidado y esa caricia son siempre abrazo al mismo cuerpo muerto de Jesucristo, Pero ¿cómo?, ¿cuándo te di yo a ti un vaso de agua? Mira, cuando lo hacías a uno de esos pequeñuelos, de esos moribundos que mueren en extrema soledad, a mí me lo hacías, a mí me cuidabas, acariciabas mi muerte, mi cuerpo muriente.

Porque en el camino de seguimiento de Jesús, todo es gracia. 

Nota: Con permiso de la Arquidiócesis de Madrid