I DOMINGO DE CUARESMA A
P. Emilio Betancur Múnera
AVANZAMOS POR TENTACIONES SUPERADAS
Yahveh había confiado el cuidado del jardín del Edén al hombre: “El Seor Dios
hizo brotar del suelo toda clase de árboles, de hermosos aspecto y sabroso fruto,
y además en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del
bien y el mal ” (1ra. Lectura). En oriente se acostumbraba sembrar árboles
frutales, menos en los parques dónde solo plantaban los reyes y cuidaban los
querubines. Edén para los profetas de Israel es el sinónimo de paraíso.
Mientras los griegos elaboran un mito sobre la creación, Israel hace una historia.
En la historia de la creación se habla del árbol de la vida que estaba plantado en
medio del jardín, de este árbol estaba prohibido comer su fruto. La prohibición
de comer se refería al árbol de la vida, no del resto de árboles como afirmó la
serpiente. La serpiente significa la tentación, para decir que Dios no es el autor
del pecado. El pecado suplanta a Dios por eso el hombre intenta conocer todo,
es decir, saber qué es bien y qué es mal. La mujer no es el origen del pecado
por debilidad sino por su relación profunda con la condición humana. Pecando la
mujer se corrompe la naturaleza, por eso la mujer es más fuerte que el
hombre.
La serpiente les prometió que si comían del fruto se les abrirían los ojos y
conocerían que era lo bueno y que era lo malo, pero ellos quedaron desnudos.
Nunca el pecado da lo que promete. Paradójicamente el “ser como Dios ” es el
origen de la santidad por el don de la gracia.
Todo pecado aparece como bueno, agradable y codiciable a los sentidos, la
seducción es estética y se presenta como sabiduría, otra es la sabiduría de la
Palabra de Dios.
El Génesis no es antifeminista sólo recuerda los cultos cananeos de la fertilidad
en Eva. Lo que para Adán y Eva había sido una comunión de amor en el bien se
convirtió en una comunión con el mal.
La imagen de la desnudez a causa de caer en la tentación, es imagen de la
ausencia de Dios por la suplantación. Cubrirse con la higuera es símbolo de su
propia limitación. Yahveh los vuelve a cubrir haciendo túnicas para vestirlos y
permitirles así que pasen del temor a la confianza.
¡Habrá aprendido el hombre que con el mal no se puede dialogar!
MISIÓN Y TENTACIONES
Cada año la Cuaresma comienza con el relato de las tentaciones del desierto.
Este año leemos el texto de Mateo. El Espíritu conduce a Jesús para ser tentado
por el demonio. Las tentaciones recuerdan las pruebas de Yahveh a Israel para
conocer su fidelidad.
LA PALABRA, PRIMER PAN
Cuarenta días y cuarenta noches recuerda a Ex 34,28; el número cuarenta evoca
hechos primordiales de Israel. Jesús experimenta el hambre de Israel en el
desierto, Israel murmura, Jesús no.
Lo que le fastidia al diablo es que Jesús sea el Hijo de Dios. Creer en la filiación
Divina de Jesús era algo imposible para el diablo. Si era el Hijo de Dios no podía
tener en cuenta las propuestas del diablo. Para el diablo ser Hijo de Dios era
una gran posibilidad que le permitía tener pan a su propio beneficio, así no
tendría que obedecerle a Dios. No confiar en Dios significaba cumplir las
órdenes del diablo.
Jesús resiste evocando el Éxodo: “No slo de pan vive el hombre, sino de la
palabra que sale de la boca de Dios” . No se trata de un desprecio del hambre
humana sino de un recuerdo de que Dios había alimentado a Israel en el
desierto cuando habían puesto a prueba su confianza en El. Fue la palabra lo
que les dio supervivencia. Jesús cita el versículo para indicar su confianza en
Dios.
NO HACEN CASO A DIOS
“Entonces el diablo lo dirigi a la ciudad Santa.” Jesús pasa del desierto a la
ciudad elegida y santa que es Jerusalén, centro del mundo.
“poniéndolo en una esquina del templo… ” El templo es lugar de encuentro por la
presencia de Dios, de perdón y de protección. Es una tentación en el centro
político y religioso del mundo : “Si, o puesto que, eres Hijo de Dios, tírate
abajo.” El reto no es para que muera, sino para que no le haga caso a Dios.
El demonio le cita la Escritura para mostrarle que la petición es conforme a la
voluntad de Dios: “Porque está escrito: El dará a sus ángeles orden acerca de
Ti” y “en sus manos te llevarán para que no tropieces con ninguna piedra”.
El diablo mal-interpreta el Salmo 91, sugiriendo que lo escrito en él garantiza la
protección de Dios, sin que importe la fidelidad. Jesús cita la palabra dirigida
por Moisés al pueblo en el desierto: “también está escrito: no pondrás a prueba
al Señor tu Dios.
NO NOS DEJAN EN LA TENTACIÓN
El contexto de la tercera tentación es un monte muy alto. En los montes se dio
gran parte de la historia de Israel, Abraham, Moisés y Elías.
“Todo esto te daré…” se refería a la gloria de los reinos e imperios del mundo
incluyendo Roma”. Da la impresión de que el diablo controla todo esto. El diablo
olvida que esos dominios pertenecen a Dios y no a él. El problema es ¿a quién
pertenece el Mundo? Es Dios y no el diablo quien le da a Jesús la misión de
reinar. La adoración es a Dios y no al demonio.
En las tentaciones como itinerario para los creyentes, Jesús da muestra de su
fidelidad a Dios y de su autoridad sobre el mal citando a Moisés: “ porque está
escrito: Adorarás al Señor tu Dios y slo a Él rendirás culto”. Con las mismas
palabras Moisés recordó a Israel que no se olvidaran de las acciones salvíficas
del Éxodo y de esta forma rechazaran la idolatría. Es lo mismo que Jesús
continúa diciendo y advirtiendo en la Iglesia: lo primordial es permanecer siendo
fieles.
El texto termina con una frase de esperanza cuando asumimos las tentaciones a
la manera de Jesús: “Entonces el diablo lo dejo”. Y nosotros decimos con las
mismas palabras de Jesús: “no nos dejes caer en la tentación y líbranos el
mal.”
Nuestra vida que es peregrinación no puede verse libre de tentaciones, pues
nuestro progreso se realiza por medio de las tentaciones. Nadie puede conocerse
a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no hay vencido, ni puede
vencer si no ha luchado, ni puede luchar si carece de enemigos o tentaciones.
Si Cristo fue tentado en el desierto, el Cristo total, la Iglesia también es tentada
por el diablo. Jesucristo tenía tentaciones para darnos la victoria. No fue
tentado sino que venció la tentación. Reconozcámonos tentados y victoriosos en
Él. Si Cristo no hubiera aceptado la tentación, nosotros no hubiéramos sabido
como vencerla (San Agustín, comentario al Salmo 6)
Leamos en el contexto de la primera lectura y el Evangelio la carta a los
Romanos. (Segunda lectura Rm 5,12-19.)
Mateo 4, 1-11
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el
diablo. Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin
sintió hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que
estas piedras se conviertan en panes». Mas él respondió: «Está escrito: No sólo
de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».
Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del
Templo, y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus
ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie
en piedra alguna». Jesús le dijo: «También está escrito: No tentarás al Señor tu
Dios». Todavía le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos
los reinos del mundo y su gloria, y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me
adoras». Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al
Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto». Entonces el diablo le deja. Y he
aquí que se acercaron unos ángeles y le servían.