II Domingo de Cuaresma, Ciclo A
«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.»
Pautas para la homilía
1. El anuncio de la Cuaresma con todas sus austeridades y sacrificios hace sólo
semana y media, ha podido hacer flaquear las fuerzas de los débiles y de los que
sienten vértigo ante el rigor de la penitencia cuaresmal. El Evangelio de la
Transfiguración del Señor, anunciando su Resurrección al final de la cuaresma, va
encaminado a fortalecer su débil esperanza. El Señor resucitará y nosotros
resucitaremos con él. Vale la pena identificarse con los dolores de su pasión a lo
largo de la cuaresma. Por eso todos los años, en los tres ciclos, el segundo domingo
de cuaresma está dedicado siempre a la transfiguración.
2. La cuaresma no termina en un descuartizamiento del cuerpo y del alma. La
mortificación cristiana no es masoquismo de enfermo que encuentra deleite en el
propio martirio. Al final de este itinerario de penitencia y conversión nos espera la
gloria de la Pascua.
3. Vale la pena abandonar los ídolos de la casa paterna para poner toda la
confianza en el Dios vivo y verdadero que tiene sobre nosotros designios de amor y
de misericordia. ¿Cuáles son estos ídolos? Los que están más en oposición al
espíritu de la cuaresma: a) el hedonismo, el afán de disfrutar hasta que el cuerpo
aguante. b) la entrega sin reservas a la sociedad de consumo que nos ha
acostumbrado a lo fácil y a eliminar de nuestro cuadro de vida todo lo que sean
mortificaciones y privaciones como algo que no tiene sentido. c) el afán del dinero
que nos va metalizando el corazón y nos hace perder la perspectiva de la Pascua.
“Nos hiciste, Seor, para ti y nuestro corazn está inquieto hasta que descanse en
ti”. d) el afan del poder que no se somete a nada ni a nadie y no repara en medios
para conseguir las cosas que se propone.
4. Todos estos ídolos han producido en nuestro ánimo el enervamiento, la debilidad
para la lucha y una cierta incapacidad de hacer frente a situaciones difíciles, la
pérdida de nuestra capacidad de sacrificio.
5. Ante las dificultades reales, la solución tantas veces no irá por el camino de lo
mejor, sino por el camino de lo más fácil, aunque pueda estar en desacuerdo con
los principios de la moralidad y de la vida cristiana.
6. Digamos que una persona tiene dificultades en el matrimonio. Si está
acostumbrada a dar culto a los ídolos de la vida moderna comenzará a pensar si
estas dificultades son lo suficientemente graves como para pensar en romper ya.
Mientras que si esta persona tiene sentido del sacrificio cristiano pensará más bien
en lo que tiene que hacer ella para que su matrimonio salga a flote.
7. Digamos que un joven tiene dificultades de convivencia en su familia. Si este
joven adora a los ídolos de la vida moderna, su casa se convertirá en un infierno. Si
tiene sentido de la abnegación cristiana, pensará en los pasos de acercamiento que
tiene que dar él dentro de la familia para que las cosas vayan cuanto mejor mejor.
8 . El tiempo de la cuaresma viene para saber quemar estos ídolos que vacían de
sentido la austeridad y el sacrificio para emprender un itinerario de configuración
con Cristo que va subiendo hacia la Pascua para dar en la Cruz el máximo
testimonio de Amor y de Fidelidad al Padre.
9 . Vamos a morir con él a la comodidad y al pecado. Vamos a Resucitar con él a la
vida de la gracia y de la gloria.
Fr. Aristónico Montero Galán O.P.
Convento de San Pedro Mártir (Madrid)
(con permiso de dominicos.org)