DOMINGO 2º DE CUARESMA
Sermón 1º
«Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y los subió un monte alto, a
solas, y se transfiguró delante de ellos» Mateo 17,1 1
1.- Uno de los mayores males que tiene el hombre en este mundo es ser figura
con desfigura; esto es, significar una cosa en lo interior y otra en lo exterior. Como si un
pintor pintase un crucifijo con los cabellos cortados, con buenos vestidos de brocado,
con su bonete y zapatos. Esto es ser figura con desfigura.
Pues, puesto este fundamento, preguntan los doctores en el libro 2º de las
Sentencias [de Pedro Lombardo], por qué quiso Dios que el hombre, para ser hombre,
tuviese esta unión del alma con el cuerpo tan pesada, una cosa tan preciosa [como el
alma, [está sometida a] la pesadumbre del cuerpo, encadenada con los sentidos. Parece
que estuviera mejor sola, que con tal compañía, como es la del cuerpo.
Y aún con todo el cautiverio que el alma tiene, [vemos] que le ama y quiere tanto,
como dice San Pablo: Mientras nos encontramos en esta tienda de campaña, gemimos
agobiados, pues no querríamos vernos despojados de ella, sino ser revestidos como por
encima; de manera que la vida inmortal absorba y haga desaparecer lo que hay de
mortalidad en nosotros (2 Co 5,4). Así como uno que tiene un capote de sayal,
diciéndole, que si quiere una capa muy buena, dice que sí, pero no dejará el capote por
todo el mundo, y [pedirá] que la echen encima del capote; así el alma dice que sí quiere
la gloria, pero no querría dejar el capote [del cuerpo].
Pues, la respuesta a esto es, que Dios la hizo [así] para significar la unión que hay
entre el alma y Dios. Pero, podría dudar alguno, [diciendo]: ¿Cómo un alma tan
pequeña se puede unir con Dios, siendo tan grande? Pues por eso hizo esta figura, que
así como el alma da vida al cuerpo, si se une con él, así Dios da vida al alma y la
vivifica por la gracia.
Pues mira el misterio, que al tiempo y en el punto mismo, de algún modo el
hombre es figura con desfigura. Es figura [en cuanto] queda con Dios unido, y el mismo
día y en el mismo punto [es] desfigura por el pecado original, porque el pecado no está
en el alma antes de entenderse con el cuerpo, sino en la [misma] unión. Así [sucede]
con el que hace tinta. La tinta no está en la caparrosa, ni en [las flores silvestres] 2 , sino
en la unión y mezcla de los materiales.
Veis, pues, aquí el mayor mal de los hombres: siendo figura de la unión con Dios,
son desfigura [por] el pecado original. Y es tan grande este mal que a todos l os del
mundo comprende. A sola una persona no comprendió, que fue la Virgen, Reina de los
ángeles, porque ella no fue figura con desfigura, antes es figura con refigura, porque no
sólo significa la unión que tiene el alma con Dios en esta vida, pero aún en la otra,
porque ella no tuvo las rebeldías de la carne; de suerte que es figura y no desfigura. Y
así, cuando un pintor se quiere mirar y remirar en hacer una figura, [lo hace de tal
forma] que, desde cualquier parte en que estéis, os mira, [tanto] si os ponéis a la
izquierda como a la derecha, así la Santísima Virgen es una pintura que Dios pintó, y
que, [desde] cualquier parte que esté el pecador, [ella] le mira, ora esté a la izquierda del
1 Obras y sermones , vol. I, pp.215-220. En una nota marginal se lee: «Transfigurarse fue dar licencia a la gloria de su
alma, para que pasase al cuerpo. Porque así como los rayos del sol entran por una nube y, por oscura que sea, la hacen
muy resplandeciente, así también Cristo, como desde el instante de su concepción tuvo su alma gloriosa, por estar
unida con el Verbo, en el día de hoy dio licencia a esta gloria para que pasase al cuerpo y lo clarificase».
2 En el original «galas».
pecado, ora a la derecha de la gracia. Por eso la llamamos: Madre de la gracia y Madre
de misericordia . De la gracia, para los santos; de misericordia, para los que están en
pecado. Y pues ella mira a todos, todos miremos a ella; y esto con humildad, postrados
por tierra, y diciendo piadosamente: Ave María .
2.- Cuenta el santo Evangelio que, al séptimo día, después que les hubo contado
el misterio de su santísima Pasión, [Cristo] se fue al monte, y se transfiguró, y
aparecieron allí Elías y Moisés 3 . Y estando así hablando, dijo San Pedro: «Señor,
mucho nos agrada esto. Estémonos aquí. Hagamos, si vos mandáredes, una cabaña para
vos, otra para Moisés y otra para Elías. Y nosotros estaremos en vuestra cabaña». Y
estando hablando esto, oyeron una voz que los espantó, sobre una nube resplandeciente,
que dijo: «Este es mi Hijo predilecto, en quien me he complacido: escuchadlo» (Mt
17,5). Y al fin dijo Cristo: «No digáis este misterio a nadie de los otros discípulos».
[Éstos] estaban al pie del monte, y Judas con ellos, y por [ser] Judas ruin, se
perdieron los otros aquel bien. Porque veáis cuánto mal hace la mala compañía. Y como
aún los otros discípulos eran algo imperfectos, no les tocase la ambición de la envidia,
[por eso Cristo les mandó] que no lo dijesen hasta que fuese resucitado, porque
entonces, como más apurados, no sentirían [esa ambición]. Hace Dios esto para que,
cuando tuviéredes algún hijo que os parece más virtuoso y más honrado, si le queréis
hacer alguna merced y favor más que a los otros, es menester que ellos no la sientan, ni
se alteren, ni se desasosieguen.
De manera que, concluye el santo Evangelio, que se hizo el misterio de la
Transfiguración después de siete días, [es decir], el séptimo día. De aquí entenderemos
que hay semana de Dios y semana del diablo, y las dos son de siete días. Los siete días
[de Dios] son las siete virtudes: las tres teologales y las cuatro cardinales, las cuales se
representan por los siete días de la creación del mundo, porque cada cosa criada
corresponde a una virtud.
El primer día, y lo primero que Dios crió fue la luz, para que diese luz a las demás
cosas. Este día significa la virtud de la fe, porque ésta alumbra nuestro entendimiento, y
ésta es la puerta. ¿Con qué pagaremos a Dios esta merced tan singular de habernos dado
la fe? ¿Sabéis con qué? Con sólo conservarla. Así como la lámpara que tenéis en
vuestra casa se conserva con el aceite, así vuestro entendimiento es la lámpara que
alumbra y conserva vuestra casa, y la luz es la fe, y ésta se conserva con el aceite de la
piedad y misericordia. Pues, ¿queréis conservar la fe, y que Dios os tenga de su mano?
Sed misericordiosos y clementes.
3.- El segundo día crió el firmamento, y dividió las aguas [turbias] 4 de las
cristalinas. Este día representa la segunda virtud, que es la esperanza, [porque] el
fundamento y f irmamento es la esperanza: la esperanza de la gloria. Con este
firmamento dividió Dios las aguas frescas de las vanidades de este mundo, de las aguas
celestiales y regalos del cielo. Y por eso la esperanza ha de ser firme, y [lo será],
haciendo lo que Dios quiere. Pasáis por un puente angosto; vais a peligro de caer,
porque los antojos hacen las cosas mayores de lo que son; y así represéntaseos el puente
3 Al margen del texto se lee la siguiente nota aclaratoria: «Grandes mercedes nos hizo Dios en el monte. En el monte
entendió Abraham el misterio de la Encarnación, en el sacrificio de su hijo Isaac (cfr. Gn 22). Dio Dios [a Moisés] la
Ley [Antigua] en el monte Sinaí (cfr. Ex 20). [Desde] el monte predicó Cristo la Ley evangélica (cfr. Mt 5). En el
monte [Calvario] murió Cristo por nosotros. [Desde] un monte se subió a los cielos. Y [según el Apocalipsis], cap.
21, la ciudad de Jerusalén estaba sobre un monte. Moisés habló con Dios en el monte (cfr. Ex 3). Y allí Elías vio la
gloria de Dios (cfr. 3 R 19). [Con todo esto] quiso darnos a entender que para recibir mercedes es menester estar
arriba y padecer trabajos, porque al monte no se sube con descanso». Obras y sermones , vol. I, p.216.
4 En el original «foscas».
mayor de lo que es. Ponéis los pies en el vacío, y vendrá la muerte, y sin hacer
penitencia, os iréis a lo profundo del infierno. Pues, hermanos, atended no caigáis.
El tercero día descubrió Dios la tierra, y la purificó y cultivó, para que produjese
plantas para los animales. Este día representa la caridad perfectísima de Dios. Ésta
descubrió Dios y apartó de los deleites, para que quedase descubierta la tierra del alma,
que son las virtudes; y así como la tierra no fructifica hasta que está limpia, así el alma,
hasta que esté limpia de las aficiones y malas inclinaciones, no podrá producir las
hierbas y frutos de las virtudes.
4.- El cuarto día crió Dios el sol, para que alumbrase a los otros planetas. Este
día significa la prudencia, que es la primera [virtud] de las cuatro cardinales, y ésta es la
que da lumbre a las otras, porque ninguna virtud puede bien obrar si no va junta con la
prudencia.
El quinto día crió las aves y los peces, y dio a cada uno su lugar distinto. Esto
significa la justicia, [que] hace dar a cada uno lo que es suyo. Por eso, cuando hacéis
algo de bueno, todo lo habéis de dar a Dios como suyo; y si hay algo de malo, que lo
atribuyáis a vos mismo. Y ésta es la verdadera justicia, que da a cada uno lo que es
suyo.
El sexto día formó al hombre y lo hizo diferente de los brutos animales. Este
significa la templanza, para que entendamos que en la templanza nos hemos de
diferenciar de los otros animales, en no seguir nuestro apetito como ellos.
El séptimo día reposó Dios. En esto se significa la fortaleza, porque así como ella
nos hace trabajar, [así] los que trabajan son los que reposan. Pues en este séptimo día se
hace la Transfiguración, porque si no hay fortaleza para sufrir los trabajos y
persecuciones, jamás se verá el hombre en el monte de la gloria para transfigurarse; para
que entendamos cómo la fortaleza los alumbra a todos. Ésta es, pues, la semana de Dios,
y llámase día de verano, porque el que camina por los días de esta semana, ¿qué noche
se le puede esperar, sino muy suave y dulce?
Pues el mundo también tiene [su] semana y sus días, y dícense de invierno, porque
los días del pecador pásanse luego, son muy breves y cortos. Por eso Cristo, los años
que estuvo en este mundo, todos fueron de trabajos y fatigas, si no fue este poquito de la
Transfiguración. Para que entendamos que en el día del pecador ha de haber muchos
trabajos, y poca gloria y descanso. Todo lo del mundo es esperanza, todo lo del mundo
es pesar, [porque] no se cumple vuestro deseo. Son, finalmente, días de invierno, días de
vientos y tempestades.
5.- Los siete días y semanas del diablo significan los siete pecados mortales. El
primero día del invierno significa a los soberbios, día de viento y día de poca paz. El
soberbio todo lo quiere para sí y que no hubiese nada para los otros, [como] ropa,
bonetes, etc.; pues quiere que todos le quiten el bonete y [le] hagan reverencias. El
mayor mal que pueden hacer al soberbio es no hacer caso de él.
El segundo día del demonio es día de hielos, [que] todo lo aprieta y encoge.
Significa la avaricia, que [quiere] para sí tanto que si ponéis agua en un vaso, ella en
tanta manera lo aprieta que, si no quebráis el vaso, no hay remedio, y lo ponéis al fuego
para sacar una gota de agua. Así el avariento, [que está] helado y frío en el amor de
Dios, [que] tiene cerrada la bolsa con más nudos que [el] cordón de un fraile francisco.
No hay remedio que se le saque una blanca, hasta que le quiebran con la muerte y le
ponen en el infierno al fuego.
El tercero día es [de] niebla, y éste es muy malo, porque la niebla os entra por los
ojos, por la nariz y oídos, y es causa de dolor de cabeza; finalmente hace mal a todo el
cuerpo. Así el tercer pecado mortal que es la lujuria. Ésta es la que todo lo ciega, ésta es
la que os entra por los oídos, oyendo palabras ociosas; por las [otras] ventanas [como la]
boca, hablando [cosas indebidas]; y causa dolor de cabeza imaginando acá y acullá.
6.- El cuarto día es de nubes, es día diferente de la niebla: un día cerrado, cuando
claro y cuando oscuro, cuando cierra los caminos, y no acertáis adonde o por donde
vais. Este [día] figura la ira, que cierra el alma, pues no ve adonde va. Y cuando ha
esclarecido y ha pasado aquella nube, vos mismo quedáis afrentado de vos mismo.
El quinto día es de nublado, que no aparece el sol del día: se oscurece el corazón,
y causa tristezas. Éste es la envidia, que oscurece el corazón y causa tristezas, en pensar
en el bien del prójimo.
El sexto día es de agua, de dormilones, de perezosos, significa la pereza, porque
ésta hace en tu alma que no salgas al servicio de Dios y al bien de tu prójimo, al sermón,
al hospital, al enfermo.
El séptimo día es de los entreverados, que significa la gula: no os levantáis sino
para comer y tragar.
Pues hermanos, de estos días del diablo pasad; ejercitad vuestra vida por los días
de Dios, y al séptimo día, quedaréis transfigurados. Éste es, pues, el primer instrumento.
7.- Lo segundo [que] dice [el Evangelio] es que [Cristo] subió a un monte muy
alto. ¿Y no podía transfigurarse en un valle o en un bajo, y no en alto? Fue esto
advertirnos por donde se van los hombres al infierno. Andaba Moisés guardando el
ganado, y no lo quiso dejar a la orilla del monte, sino que lo entró dentro, y halló a Dios
en la zarza (cfr. Ex 3), para darnos a entender que en la vida cristiana es necesario que
haya gente recogida, porque aunque veáis por acá santos, que parecen buenos, al fin son
santos forasteros, santos fuera de la santa contemplación.
Ahora decidme, por amor de Dios, vamos, llanamente: ¿No os mandan en el
primer mandamiento que améis a Dios? ¿Pues cómo se puede amar a Dios sin que se
causen algunos afectos de amor en nuestro corazón? Pues veamos cómo cumplisteis. Si
vos en toda vuestra vida no sentisteis un afecto de amor de Dios y tenéis afectos de
vuestros sayos, capa, zapatos, y cuanto hay en la vida os causa dulzura y amor, ¿y sólo
Dios os es amargo? Pues entended que no amáis a Dios, Señor nuestro, si no tenéis
algún afecto de amor de Dios.
Pues veréis cómo hay poquitos recogidos, todos son forasteros. Pero entended que
lo mejor de la vida es recogerse el hombre en la espesura del monte de la
contemplación, donde Dios revela los misterios de la gloria, como dice el profeta Oseas:
Yo la acariciaré y la llevaré a la soledad y le hablaré al corazón (Os 2,14). ¡Oh qué
dulces palabras de Dios! Yo la regalaré con la leche de los pechos y le haré aquellos
regalos que la madre hace al niño a sus pechos. ¡Oh quién pudiese decir cómo Dios
regala a un alma recogida! Pues, alma [cristiana], no te vayas al mundo; recógete un
poquito, en ese monte alto se hace la transfiguración. Éste, pues, es el meollo y el
medio.
Cristianos, no digáis, somos oficiales, que más vale ir al cielo que cuanto podéis
adquirir [aquí]. Un ratico en la mañana, y otro a la tarde es bueno, y habemos de decir lo
que dijo San Pedro: ¡Señor!, bueno es que nos estemos aquí (Mt 17,4). Aquí me gozaré,
aquí me regalaré: Éste es mi descanso para siempre, aquí habitaré, pues la he deseado
(Sal 131,14). Y con todo esto, ya veis cuán amargo es llegaros a este santo ejercicio,
que parece algarabía para la más gente, y así huelen tan poco a cristianos, todos, o los
más de ellos.
8.- El otro misterio [del Evangelio] es que aparecieron allí Elías y Moisés; el uno
vivo, y el otro muerto. Moisés venía del Limbo, y Elías del Paraíso terrenal. Estos dos
significaban el brazo secular y el eclesiástico. Por Moisés, que estaba muerto, se
significan los frailes y eclesiásticos, muertos al mundo, [y] metidos en el limbo de la
oración y contemplación. Ya habréis visto en la casa del rey que los que sirven las copas
a la mesa del rey, andan bien tratados y vestidos; más que los que sirven en las
caballerizas. Quiero decir, que los eclesiásticos son los que sirven a la mesa de Dios.
Pues mirad cuánta limpieza habéis de tener. No toméis, sacerdotes, el altar por capa y
abono [pensando]: «Digo Misa cada día; no pensarán que soy malo». Habemos de mirar
que estamos muertos, como Moisés, venidos del Limbo, y habemos de ser limpios.
También es grande razón, que se les tenga mucha reverencia, porque si a la asnilla
que llevaba Cristo, nuestro Redentor, el día de Ramos, movidos sus corazones por el
Espíritu Santo, le echaron sus capas por donde había de pasar; cuánto más acato y
reverencia se ha de ofrecer a un sacerdote que tiene a Dios en sus manos, que hace bajar
a Dios desde el cielo al suelo, que son como relicarios donde Dios se aprisiona. ¿Qué
reverencia se les debe? Decidme: Si Dios diese a uno facultad para que pudiera absolver
y perdonar todos los crímenes, ¿con cuánta reverencia y acatamiento le hablaríades y
estaríades delante de él? Pues, ¿cuánta mayor reverencia se debe al sacerdote a quien
Dios ha dado facultad para perdonar pecados? En esto se ve cuán poco sentimos las
cosas del alma, que al otro, porque nos perdona las miserias del cuerpo, temblamos
delante de él, y al sacerdote, que nos perdona las del alma, no [lo] tenemos en nada.
Así, que se acuerden los sacerdotes que [sirven a la mesa de Dios] 5 , y esto no ha
de ser sino para mayor santidad suya. Porque si las leyes condenan al que echa ponzoña
en las fuentes comunes, pues si el sacerdote, que es fuente común donde [todos] han de
ir a beber, echa ponzoña de pecado , será condenado. Si a las columnas de la Iglesia [se
las] come la polilla, caerá todo el edificio. Pues, Padres sacerdotes, que sois columnas
de la Iglesia y templ os de Dios, si os come la polilla del pecado, caerá la Iglesia. No
caerá, porque muchos santos y virtuosos hay, pero sois causa del mal ejemplo, que es
grande mal. Los maderos untados con aceite, si caen en el fuego, luego arden; así el
sacerdote, que está untado con el aceite del sacramento del Orden, si cae en el infierno,
más arderá, porque la culpa en el sacerdote es mayor. Esto, pues, representa venir
Moisés del Limbo, muerto. [ San Pablo]: Muertos estáis ya, y vuestra vida está
escondida con Cristo en Dios (Col 3,3).
9.- Elías representa el estado seglar, a los cuales les son más lícitas las cosas del
mundo; [por eso] vino del Paraíso terrenal. Entre otras cosas que han de tener los
casados ha de ser la concordia. Si ésta no tenéis, no tenéis matrimonio. Mirad qué dijo
[Cristo]: Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre (Mt 19,6). Pues vemos que cada
día se dividen los casados. El uno dice: «No me pagaron». El otro: «No me agrada, no
me hace buen tratamiento». Esto es señal de que no os casó Dios, sino el diablo, porque
los que Dios casa, no los apartará el diablo, ni la madre, ni el padre, sino Dios sólo por
la muerte. Los que se casan [sólo] por la hermosura, los descasa. Los que se casan por
amores y dinero, a cuatro días [que] han cumplido su voluntad le aborrece la mujer, y
no lo puede ver más que al diablo. Iba un ángel con Tobías, y díjole: «Cásate con esta
mujer». Dícele a Dios: «Siete se casaron con ella ¿y que me acaezca a mí lo que a
ellos?» «No será así —dice el ángel—, [que] aquéllos eran carnales y no se casaron por
el fin que debían; pero si tú lo haces por el fin que quiere Dios que se haga, que es, que
te dé frutos de bendición, y para tener remedio contra la carne, de esta manera no
llegará a ti el diablo» (cfr. Tb 6,12-17).
Pues ya sabéis, cuántos se casan por amores, por solamente carnalidad, sin otro
fin, y así mirad la vida y fin que hacen. [Según el Génesis] Abraham dio cargo a un
5 En el original «que son del plato de Dios».
criado que le buscase casamiento para su hijo [Isaac], y tómale juramento que le había
de buscar una mujer virtuosa (cfr. Gn 24,1-9). Tres cosas hay aquí [que considerar]. [Lo
primero:] Que el padre buscó la mujer para su hijo. Lo segundo, que el casamiento fuera
santo, y ahora el mozuelo y la mozuela luego se envían cartas. Lo tercero, que no sea
rica ni pobre, sino virtuosa. ¿Eso pretendéis ahora? No, en verdad. [Según las
Escrituras], Eliecer, el criado de Abraham, tuvo cuenta, que cuando [las muchachas]
saliesen por agua, para entonces escogerlas, rogó a Dios que le alumbrase para que
escogiese una mujer benigna y piadosa. Y como no miraba a lo del mundo, diole Dios
una mujer con todas aquellas partes [=cualidades] que deseaba (cfr. id. 10-14). Pues así
lo hace Dios con los que lleváis buenas intenciones; y si así no lo hacéis, a [los] tres días
se hacen asco. Pues para que, hermanos, tengáis paz, que es una cosa tan importante
entre los casados, rogad a Dios que os case, haced que os case Dios.
Esto es, pues, lo que el santo Evangelio nos enseña al decir que se hallaron allí
Moisés y Elías. Pues entended, que si vais paseando por los siete días, no sólo os
sucederá buena noche, [sino también] si tuviéredes afectos de amor, en vos habéis de oír
la voz que diga: Éste es mi hijo amado , éste es el justo y el siervo de Dios. Pero en oír
esta voz, habéis de caer en tierra, como cayeron los discípulos. Quiero decir que,
cuando os viéredes alabar, que os derribéis con humildad, y luego vendrá Dios. Y no
temáis, porque todo redundará en bien vuestro.
10.- Lo último que se ha de notar es que San Pedro, por ver allí aquella gloria,
dijo que hiciesen allí tres cámaras. Y dice el texto: No sabía lo que se decía (Mc 9,6);
que hablaba desatinos. Pues, si estando San Pedro con Dios, con aquella tan buena
ocasión, hablaba desatinos y necedades, ¿cuántas más dirían los que no entienden sino
en edificar casas [y] mejorar mayorazgos? Decidme: ¿No sería grande locura de uno
que yendo a vivir y morar en Roma, gastase en el camino cuatrocientos ducados en
hacer una casa para solamente estar en ella dos días, yendo de camino? Pues, hermanos,
¿no veis que todos vamos a morar al Reino de los cielos, y que aquí andamos
caminantes con dos días de vida que tenemos? Cosa es de locura ponerse el hombre de
propósito a hacer tantos edificios por sólo cuatro días. Este es el desatino de los
hombres, gastar sus haciendas en cosas perecederas y edificar todo esto con haciendas
propias. [Pero], no sería aún tan grande mal, como edificar con bienes y sudores de [los]
pobres, porque creo realmente que los más caballeros lo hacen con el sudor de sus
vasallos; y así veréis que los mayordomos no entienden sino en robar para sí y para sus
amos. Los halcones que andan por el monte menos mal hacen a las aves que los
domésticos. La razón es, porque los del monte no procuran hartarse, sino a sí mismos,
pero los domésticos a ellos y a sus amos. Y así, de los ladrones que roban por los
caminos recibimos menos mal que de la República, con harto riesgo suyo. Pero Dios os
guarde del ladrón casero, de los domésticos: estos son los que destruyen la República.
Pues si San Pedro desatina, ¿cuánto más vosotros? Pues, hermanos, notad esto, que no
son fábulas, sino [verdad], [y] ninguno habrá la salvación. Todas estas consideraciones
son perlas que las debíades de enterrar en el cofre de vuestro corazón. Acordaos de los
siete días de Dios, para que cada día un poquito os podáis ocuparos en la oración; y de
los días del diablo, para que os libréis de las tentaciones y no os metáis en las ocasiones.
[Recordad también] la reverencia que habéis de tener a los sacerdotes; y ellos, cómo han
de estar muertos al mundo y han de salir del limbo de la contemplación, como Moisés.
Acordaos también cómo San Pedro, por querer hacer una cabaña en este monte, aunque
con Cristo, no supo lo que se dijo. Cuánto más vos que no lo hacéis sino en compañía
del demonio. Pues alúmbreos Dios vuestras almas, para que os aprovechéis de esta
doctrina, él que alumbró hoy los entendimientos de los Apóstoles, para que os podáis
aprovechar, y ganar aquí la gracia, con la cual seáis después transfigurados en gloria.
Amén.