EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
I Domingo de Cuaresma A
Libro de Génesis 2,7-9.3,1-7.
Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su nariz un
aliento de vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente. El Señor Dios plantó
un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado. Y el Señor
Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, que eran atrayentes para la vista y
apetitosos para comer; hizo brotar el árbol del conocimiento del bien y del mal. La
serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que el Señor Dios había
hecho, y dijo a la mujer: "¿Así que Dios les ordenó que no comieran de ningún árbol
del jardín?". La mujer le respondió: "Podemos comer los frutos de todos los árboles
del jardín. Pero respecto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho:
"No coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la
muerte"». La serpiente dijo a la mujer: "No, no morirán. Dios sabe muy bien que
cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses,
conocedores del bien y del mal". Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para
comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su
fruto y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió.
Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban desnudos. Por
eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera.
Salmo 51(50),3-4.5-6.12-13.14.17.
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado!
Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos. Por eso, será justa tu
sentencia y tu juicio será irreprochable;
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación, que tu espíritu generoso me sostenga:
Abre mis labios, Señor, y mi boca proclamará tu alabanza.
Carta de San Pablo a los Romanos 5,12-19.
Por lo tanto, por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la
muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. En efecto,
el pecado ya estaba en el mundo, antes de la Ley, pero cuando no hay Ley, el
pecado no se tiene en cuenta. Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta
Moisés, incluso en aquellos que no habían pecado, cometiendo una transgresión
semejante a la de Adán, que es figura del que debía venir. Pero no hay proporción
entre el don y la falta. Porque si la falta de uno solo provocó la muerte de todos, la
gracia de Dios y el don conferido por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, fueron
derramados mucho más abundantemente sobre todos. Tampoco se puede comparar
ese don con las consecuencias del pecado cometido por un solo hombre, ya que el
juicio de condenación vino por una sola falta, mientras que el don de la gracia lleva
a la justificación después de muchas faltas. En efecto, si por la falta de uno solo
reinó la muerte, con mucha más razón, vivirán y reinarán por medio de un solo
hombre, Jesucristo, aquellos que han recibido abundantemente la gracia y el don de
la justicia. Por consiguiente, así como la falta de uno solo causó la condenación de
todos, también el acto de justicia de uno solo producirá para todos los hombres la
justificación que conduce a la Vida. Y de la misma manera que por la desobediencia
de un solo hombre, todos se convirtieron en pecadores, también por la obediencia
de uno solo, todos se convertirán en justos.
Evangelio según San Mateo 4,1-11.
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el
demonio. Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre.
Y el tentador, acercándose, le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas
piedras se conviertan en panes". Jesús le respondió: "Está escrito: El hombre no
vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Luego el
demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo,
diciéndole: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Dios dará
órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece
con ninguna piedra". Jesús le respondió: "También está escrito: No tentarás al
Señor, tu Dios". El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo
ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: "Te daré todo esto,
si te postras para adorarme". Jesús le respondió: "Retírate, Satanás, porque está
escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto". Entonces el demonio
lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Máximo de Turín (?-v. 420), Obispo
Sermón 16; PL 57, 561, CC Sermón 51, p. 206
Alimentarse de la Palabra que sale de boca de Dios.
El Salvador responde al diablo: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra de Dios". Lo que significa:« Él no vive del pan de este mundo, ni del
alimento material del que tú te serviste para engañar a Adán, el primer hombre,
sino de la Palabra de Dios, de su Verbo, que contiene el alimento de la vida celeste».
Por lo tanto, el Verbo de Dios, es Cristo nuestro Señor, como dice el evangelista: «
En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios»(Jn 1,1). Todo el que
se alimenta de la palabra de Cristo ya no tiene necesidad de alimento de la tierra.
Como uno que se restaura con el pan del Señor, no puede ya desear el pan de este
mundo. En efecto, el Señor es su propio pan, o más bien, el Señor es el mismo pan,
como Él enseña por sus palabras: « Yo soy el pan que ha bajado del cielo» (Jn
6,41). Y este pan hizo decir al Profeta: « El pan fortalece el corazón del hombre»( Ps
103,15).
¿Qué me importa el pan que me ofrece el diablo, si yo tengo el pan que reparte
Cristo? ¿Qué me importa el alimento que.....ha expulsado al primer hombre del
Paraíso, ha hecho perder a Esaú su derecho de primogenitura...(Gn 25,29), que ha
convertido a Judas Iscariote en un traidor (Jn 13,26)? Adán perdió en efecto el
Paraíso por causa del alimento, Esaú perdió su derecho de primogenitura por un
plato de lentejas, y Judas renunció a su rango de apóstol por un bocado: pues en el
momento que él cogió el bocado, dejó de ser un apóstol para ser un traidor... la
comida que tenemos que tomar es aquella que abre el camino al Salvador, no al
diablo, aquella que transforma al que la come en confesor de la fe y no en traidor.
El Señor tiene razón al decir, en este tiempo de ayuno, que es el Verbo de Dios
el que alimenta, para enseñarnos que no debemos pasar nuestros ayunos
preocupándonos de este mundo sino de la lectura de los textos sagrados. En efecto,
aquel que se alimenta de la Escritura se olvida del hambre del cuerpo; aquel que se
alimenta del Verbo celeste olvida el hambre. Pues bien, este es el alimento que
nutre el alma y calma al hambriento...: da también la vida eterna y aleja de
nosotros las trampas de la tentación del diablo. Esta lectura de textos sagrados es
vida como dice el Señor: « Las palabras que os he dicho son espíritu y vida» (Jn
6,63).
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”