EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
San José, Esposo de María - Solemnidad
Segundo Libro de Samuel 7,4-5.12-14.16.
Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos:
"Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a
edificar una casa para que yo la habite?
Sí, cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres,
yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus
entrañas, y afianzaré su realeza.
El edificará una casa para mi Nombre, y yo afianzaré para siempre su trono real.
Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Si comete una falta, lo corregiré
con varas y golpes, como lo hacen los hombres.
Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y su trono será estable para
siempre".
Carta de San Pablo a los Romanos 4,13.16-18.22.
En efecto, la promesa de recibir el mundo en herencia, hecha a Abraham y a su
posteridad, no le fue concedida en virtud de la Ley, sino por la justicia que procede
de la fe.
Por eso, la herencia se obtiene por medio de la fe, a fin de que esa herencia sea
gratuita y la promesa quede asegurada para todos los descendientes de Abraham,
no sólo los que lo son por la Ley, sino también los que lo son por la fe. Porque él es
nuestro padre común,
como dice la Escritura: Te he constituido padre de muchas naciones. Abraham es
nuestro padre a los ojos de aquel en quien creyó: el Dios que da vida a los muertos
y llama a la existencia a las cosas que no existen.
Esperando contra toda esperanza, Abraham creyó y llegó a ser padre de muchas
naciones, como se le había anunciado: Así será tu descendencia.
Por eso, la fe le fue tenida en cuenta para su justificación.
Evangelio según San Mateo 1,16.18-21.24.
Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado
Cristo.
Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y,
cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu
Santo.
José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente,
resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:
"José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido
engendrado en ella proviene del Espíritu Santo.
Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su
Pueblo de todos sus pecados".
Al despertar, José hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado: llevó a María a
su casa,
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San José María Escrivá de Balaguer (1902-1975), Padre y fundador
Homilía del 19/03/63. Es Cristo que pasa.
La vocación de José
Para san José, la vida de Jesús fue un continuo descubrimiento de la propia
vocación. Recordábamos antes aquellos primeros años llenos de circunstancias en
aparente contraste: glorificación y huida, majestuosidad de los Magos y pobreza del
portal, canto de los Ángeles y silencio de los hombres. Cuando llega el momento de
presentar al Niño en el Templo, José, que lleva la ofrenda modesta de un par de
tórtolas, ve cómo Simeón y Ana proclaman que Jesús es el Mesías. Su padre y su
madre escuchaban con admiración, dice San Lucas. Más tarde, cuando el Niño se
queda en el Templo sin que María y José lo sepan, al encontrarlo de nuevo después
de tres días de búsqueda, el mismo evangelista narra que se maravillaron.
José se sorprende, José se admira. Dios le va revelando sus designios y él se
esfuerza por entenderlos. Como toda alma que quiera seguir de cerca a Jesús,
descubre en seguida que no es posible andar con paso cansino, que no cabe la
rutina. Porque Dios no se conforma con la estabilidad en un nivel conseguido, con el
descanso en lo que ya se tiene. Dios exige continuamente más, y sus caminos no
son nuestros humanos caminos. San José, como ningún hombre antes o después de
él, ha aprendido de Jesús a estar atento para reconocer las maravillas de Dios, a
tener el alma y el corazón abiertos.
Pero si José ha aprendido de Jesús a vivir de un modo divino, me atrevería a
decir que, en lo humano, ha enseñado muchas cosas al Hijo de Dios...
José ha sido, en lo humano, maestro de Jesús; le ha tratado diariamente, con
cariño delicado, y ha cuidado de Él con abnegación alegre. ¿No será ésta una buena
razón para que consideremos a este varón justo, a este Santo Patriarca en quien
culmina la fe de la Antigua Alianza, como Maestro de vida interior?
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”