Jueves 24 de Marzo de 2011
Jueves 2ª semana de Cuaresma 2011
Jeremías 17,5-10
Así dice el Señor: "Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su
fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá
llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito
quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado
junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo
sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.
Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor,
penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta,
según el fruto de sus acciones."
Salmo responsorial: 1
R/Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre / que no sigue el consejo de los impíos, / ni entra por la
senda de los pecadores, / ni se sienta en la reunión de los cínicos; / sino que su
gozo es la ley del Señor, / y medita su ley día y noche. R.
Será como un árbol / plantado al borde de la acequia: / da fruto en su sazón
/ y no se marchitan sus hojas; / y cuanto emprende tiene buen fin. R.
No así los impíos, no así; / serán paja que arrebata el viento. / Porque el
Señor protege el camino de los justos, / pero el camino de los impíos acaba mal. R.
Lucas 16,19-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se
vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo
llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de
saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a
lamerle la llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de
Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en
medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en
su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en
agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas."
Pero Abrahán le contestó: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y
Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces.
Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no
puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí
hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a
casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio,
evites que vengan también ellos a este lugar de tormento." Abrahán le dice:
"Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre
Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no
escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.""
COMENTARIOS
Cristo ha dicho: « Estaba hambriento y vosotros me habéis alimentado»
(Mt 25,35). Estaba hambriento no solamente de pan sino también del afecto
bondadoso que hace que se sienta amado, reconocido, que se sienta ser alguien a
los ojos de otro. Ha estado desnudo no solamente de todo vestido, sino también de
toda dignidad y consideración ya que la mayor injusticia cometida hacia el pobre es
despreciarle porque es pobre. Estuvo privado no sólo de un techo...sino también de
todas las privaciones que aguantan los que son encerrados, rechazados o excluidos
errando por el mundo sin que no haya nadie que se preocupe por ellos.
Baja por la calle sin más propósito que eso. Mira este hombre, allí, en el
rincón, y ve hacia él. Quizás se irritará, pero estarás allí, frente a él, físicamente.
Debes manifestar la presencia que está en tí por el amor y la atención con los
cuales te diriges a este hombre. ¿Por qué? Porque, para tí, se trata de Jesús. Jesús,
sí, pero que no puede recibirte en su casa; he aquí la razón por la que debes saber
ir hacia él. Jesús, sí, pero oculto en la persona que está allí. Jesús, en el más
pequeño de nuestros hermanos (Mt 25,40), no está solamente hambriento de un
trozo de pan sino también de amor, de reconocimiento, de ser tenido en cuenta.
Beata Teresa de Calcuta
Padre Juan Alarcón S.J