EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Viernes de la III Semana de Cuaresma
Libro de Oseas 14,2-10.
Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tu falta te ha hecho caer.
Preparen lo que van decir y vuelvan al Señor. Díganle: "Borra todas las faltas,
acepta lo que hay de bueno, y te ofreceremos el fruto de nuestros labios.
Asiria no nos salvará, ya no montaremos a caballo, ni diremos más "¡Dios nuestro!"
a la obra de nuestras manos, porque sólo en ti el huérfano encuentra compasión".
Yo los curaré de su apostasía, los amaré generosamente, porque mi ira se ha
apartado de ellos.
Seré como rocío para Israel: él florecerá como el lirio, hundirá sus raíces como el
bosque del Líbano;
sus retoños se extenderán, su esplendor será como el del olivo y su fragancia como
la del Líbano.
Volverán a sentarse a mi sombra, harán revivir el trigo, florecerán como la viña, y
su renombre será como el del vino del Líbano.
Efraím, ¿qué tengo aún que ver con los ídolos? Yo le respondo y velo por él. Soy
como un ciprés siempre verde, y de mí procede tu fruto.
¡Que el sabio comprenda estas cosas! ¡Que el hombre inteligente las entienda! Los
caminos del Señor son rectos: por ellos caminarán los justos, pero los rebeldes
tropezarán en ellos.
Salmo 81(80),6-8.9.10-11.14.17.
él se la impuso como norma a José, cuando salió de la tierra de Egipto. Oigo una voz
desconocida que dice : \"Abre tu boca y la llenaré con mi palabra.
Yo quité el peso de tus espaldas y tus manos quedaron libres de la carga.
Clamaste en la aflicción, y te salvé; te respondí oculto entre los truenos, aunque me
provocaste junto a las aguas de Meribá.
Oye, pueblo mío, yo atestiguo contra ti, ¡ojalá me escucharas, Israel!
No tendrás ningún Dios extraño, no adorarás a ningún dios extranjero:
yo, el Señor, soy tu Dios, que te hice subir de la tierra de Egipto.
¡Ojalá mi pueblo me escuchara, e Israel siguiera mis caminos!
yo alimentaría a mi pueblo con lo mejor del trigo y lo saciaría con miel silvestre".
Evangelio según San Marcos 12,28-34.
Un escriba que los oyó discutir, al ver que les había respondido bien, se acercó y le
preguntó: "¿Cuál es el primero de los mandamientos?".
Jesús respondió: "El primero es: Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el único
Señor;
y tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu
espíritu y con todas tus fuerzas.
El segundo es: Amarás a tu prójimo como a tí mismo. No hay otro mandamiento
más grande que estos".
El escriba le dijo: "Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y
no hay otro más que él,
y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y
amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los
sacrificios".
Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: "Tú no estás lejos del
Reino de Dios". Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
Concilio Vaticano II
Constitución dogmática sobre la Iglesia « Lumen gentium » §42
"Todos los cristianos estamos llamados a la santidad"
"Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en El"
(1 Jn., 4, 16). "Y Dios derramó su amor en nuestros corazones por el Espíritu Santo
que se nos ha dado" (cfr. Rom., 5, 5). Por consiguiente, el don principal y más
necesario es el amor con que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo por
El.
Pero a fin de que el amor crezca en el alma como una buena semilla y
fructifique, debe cada uno de los fieles escuchar de buena gana la palabra de Dios y
cumplir con obras su voluntad, con la ayuda de su gracia, participar frecuentemente
en los sacramentos, sobre todo en el de la Eucaristía, y en otras funciones sagradas,
y aplicarse de una manera constante a la oración, a la abnegación de sí mismo, a un
fraterno y solícito servicio de los demás y al ejercicio de todas las virtudes. Porque el
amor, como vínculo de la perfección y plenitud de la ley (Col. 3, 14; Rom., 13, 10),
regula todos los medios de santificación, los informa y los conduce a su fin[132]. De
ahí que el amor hacia Dios y hacia el prójimo sea la característica distintiva del
verdadero discípulo de Cristo.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”