Miércoles 06 de Abril de 2011
Miércoles 4ª semana de Cuaresma 2011
Isaías 49,8-15
Así dice el Señor: "En tiempo de gracia te he respondido, en día propicio te
he auxiliado; te he defendido y constituido alianza del pueblo, para restaurar el
país, para repartir heredades desoladas, para decir a los cautivos: "Salid", a los que
están en tinieblas: "Venid a la luz." Aun por los caminos pastarán, tendrán praderas
en todas las dunas; no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el bochorno ni el
sol; porque los conduce el compasivo y los guía a manantiales de agua. Convertiré
mis montes en caminos, y mis senderos se nivelarán. Miradlos venir de lejos;
miradlos, del norte y del poniente, y los otros del país de Sin.
Exulta, cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas, porque el Señor
consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados. Sión decía: "Me ha
abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado." ¿Es que puede una madre
olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque
ella se olvide, yo no te olvidaré."
Salmo responsorial: 144
R/El Señor es clemente y misericordioso.
El Señor es clemente y misericordioso, / lento a la cólera y rico en piedad; /
el Señor es bueno con todos, / es cariñoso con todas sus criaturas. R.
El Señor es fiel a sus palabras, / bondadoso en todas sus acciones. / El Señor
sostiene a los que van a caer, / endereza a los que ya se doblan. R.
El Señor es justo en todos sus caminos, / es bondadoso en todas sus
acciones; / cerca está el Señor de los que lo invocan, / de los que lo invocan
sinceramente. R.
Juan 5,17-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Mi Padre sigue actuando, y yo
también actúo." Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no sólo
abolía el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Jesús tomó la palabra y les dijo: "Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su
cuenta nada que no vea hacer al Padre. Lo que hace Éste, eso mismo hace también
el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que Él hace, y le mostrará
obras mayores que ésta, para vuestro asombro.
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el
Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha
confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren al Hijo como honran al
Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo envió. Os lo aseguro: Quien
escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no se le llamará a
juicio, porque ha pasado ya de la muerte a la vida. Os aseguro que llega la hora, y
ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído
vivirán. Porque, igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el
disponer de la vida. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No os sorprenda, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su
voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan
hecho el mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo;
según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la
voluntad del que me envió.
COMENTARIOS
Comienza la persecución contra Jesús. Ante la oposición de los dirigentes
judíos, que invocan el precepto de la Ley como expresión de la voluntad divina,
Jesús expone el fundamento de su actividad liberadora, que ellos no aceptan: su
obra se identifica con la de Dios creador, que continúa trabajando para llevar al
hombre a la plenitud de vida.
El amor del Padre no descansa, su actuación en bien del hombre no conoce
pausa ni límite; y la actividad de Jesús está legitimada por la del Padre; es más, la
hace presente. Él actúa como el Padre y no reconoce leyes que limiten su
acción en favor de los hombres. Para Jesús, Dios, antes que legislador,
es creador; antes que Señor, es Padre.
En otras palabras: Dios no ha establecido en el mundo un orden cerrado e
invariable, sino que sigue abierta la tarea de la creación del mundo y del hombre.
No se puede pretender que una organización social se considere definitiva; hay que
estar en perpetuo trabajo de eliminación de todo obstáculo que en esa sociedad
impida la plenitud humana. Mientras haya oprimidos y hombres privados de
libertad, no está realizado el designio creador. Esta concepción hace derrumbarse el
sistema cerrado creado por la Ley absolutizada, es decir, tenida por la
manifestación última e inmutable de la voluntad divina.
La actividad de Jesús, la del amor leal a la humanidad (1,14), es la misma de
Dios, y encarna su voluntad y su designio. Esto implica que una doctrina religiosa
que prescinde del bien del hombre no viene de Dios, y las obligaciones que impone,
tampoco.
Al llamar a Dios su propio Padre, Jesús afirma que Dios está con Él y en
contra de los que se le oponen, y que es el único representante de Dios. En
consecuencia, la institución regida por sus adversarios es ilegítima y se arroga
falsamente autoridad divina. Entran en conflicto dos intereses: uno, el del bien del
hombre, promovido por Jesús; el otro, el del prestigio de la institución religiosa. Los
dirigentes no dudan ni por un momento: si Jesús se pone de parte del pueblo y con
eso amenaza su poder, ha de ser eliminado. No basta con reprimir su actividad,
deciden matarlo.
Se descubre la ignorancia de Dios que tienen los dirigentes, que acusan a
Jesús de hacerse igual a Dios, cuando el proyecto creador es precisamente que el
hombre alcance la condición divina (1,2).
Ante la oposición de los dirigentes judíos, que invocan la Ley como expresión
de la voluntad divina, expone Jesús el fundamento de su actividad liberadora: su
obra se identifica con la de Dios creador, que continúa trabajando a favor del
hombre, para llevarlo a la plenitud de vida.
El designio de Dios sobre el hombre se manifiesta en Jesús y en su actividad
en favor de los seres humanos, y sustituye todos los antiguos códigos de
moralidad o de conducta. Estar con Jesús es estar con Dios; estar contra Él es estar
contra Dios.
Juan Alarcón, s.j.
(Extracto de FUNDACIÓN ÉPSILON)