Jesús nos espera continuamente.
08/04/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Juan 7, 1-2. 10. 25-30
En aquel tiempo, Jesús recorría Galilea, pues no quería andar por Judea, porque los
judíos trataban de matarlo. Se acercaba ya la fiesta de los judíos, llamada de los
Campamentos.
Cuando los parientes de Jesús habían llegado ya a Jerusalén para la fiesta, llegó
también él, pero sin que la gente se diera cuenta, como incógnito. Algunos, que
eran de Jerusalén, se decían: “No es éste al que quieren matar? Miren cómo habla
libremente y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que es el
Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde viene éste; en cambio, cuando llegue el
Mesías, nadie sabrá de dnde viene”.
Jesús, por su parte, mientras enseaba en el templo, exclam: “Con que me
conocen a mí y saben de dnde vengo… Pues bien, yo no vengo por mi cuenta, sino
enviado por el que es veraz; y a él ustedes no lo conocen. Pero yo sí lo conozco,
porque procedo de él y él me ha enviado”. Trataron entonces de capturarlo, pero
nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.
Oración introductoria
Espíritu Santo, Tú eres el único que me puede dar la gracia para conocer la
voluntad de Dios. Por eso te pido que vengas a iluminar y a llenar de amor esta
meditación. Necesito de tu verdad para poder salvarme. Te amo pero quiero que
este amor crezca. Ayúdame a silenciar mis inquietudes para poder escucharte en mi
oración.
Petición
Que la abstinencia de este viernes sea una auténtica renuncia que pueda ofrecerte
por amor a ti, Señor.
Meditación
«Su „hora‟ es la cruz; su hora definitiva será su vuelta al final de los tiempos. Él
anticipa continuamente esta hora definitiva precisamente en la Eucaristía, en la cual
ya ahora viene siempre. Y lo sigue haciendo siempre por intercesión de su Madre,
por intercesin de la Iglesia, que lo invoca en las plegarias eucarísticas: „Ven,
Seor Jesús!‟. En el canon, la Iglesia implora siempre nuevamente esta anticipacin
de la „hora‟, pide que venga ya ahora y se entregue a nosotros.
Así queremos dejarnos guiar por María, por la Madre de las gracias (…), por la
Madre de todos los fieles, hacia la „hora‟ de Jesús. Pidámosle a Él el don de
reconocerlo y comprenderlo cada vez más. Y no nos limitemos a recibirlo sólo en el
momento de la Comunión. Él permanece presente en la Hostia santa y nos espera
continuamente. (…) María y Jesús siempre van juntos. Mediante Ella queremos
permanecer en diálogo con el Señor, aprendiendo así a recibirlo mejor» (Benedicto
XVI, 11 de septiembre de 2006).
Reflexión apostólica
«Uno de los hábitos más fecundos y reconfortantes para el alma es el cultivo de la
presencia de Dios a lo largo del día. Aunque la mente tenga que ocuparse en
múltiples tareas, el corazón conserva como orientación fundamental el deseo de
agradar a Dios en cada momento y de mantenerse en su presencia. Este mismo
hábito permite descubrir con facilidad y prontitud la mano amorosa de Dios en toda
circunstancia, y conservar una gran paz y serenidad en medio de cualquier
dificultad o desolación. Asimismo, ayuda a ver a Cristo vivo y cercano tras el rostro
de cada persona, y a amarle de manera concreta y real mediante una actitud o un
gesto de caridad» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 214).
Propósito
Hacer varias comuniones espirituales durante el día para unirme constantemente a
Jesús.
Diálogo con Cristo
Jesús, quiero reconocerte en la Eucaristía donde sé que te has quedado para que yo
pueda colmarme de tu gracia. Permite que las prácticas cuaresmales me lleven a
experimentar la necesidad de abrir mi corazón a tu gracia para poder fortalecer mi
voluntad y construir mi vida sobre la roca firme de tu amor. Hay grandes
necesidades en la Iglesia y en la sociedad entera, no puedo ni debo permanecer
indiferente al llamado a la misión por falta de generosidad. Ayúdame a salir de esta
meditación con el propósito firme de dedicar una buena parte de mi tiempo a
trabajar por la construcción de la civilización de la justicia y el amor.
«Busquen conocer y experimentar íntimamente a Cristo en el Evangelio y en el
Sagrario»
( Cristo al centro, n.1721).