VIGILIA PASCUAL
EL DESCENSO DEL SEÑOR AL ABISMO, DE UNA HOMILÍA ANTIGUA SOBRE
EL GRANDE Y SANTO SÁBADO
Padre Pedrojosé Ynaraja
¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y
una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey duerme. La tierra está temerosa
y sobrecogida, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que
dormían desde antiguo. Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al
abismo. Va a buscar a nuestro primer padre como si éste fuera la oveja perdida.
Quiere visitar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. Él, que es al
mismo tiempo Dios e Hijo de Dios, va a librar de sus prisiones y de sus dolores a
Adán y a Eva.
El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos.
Al verlo, nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento,
exclama y dice a todos: «Mi Señor esté con todos.» Y Cristo, respondiendo, dice a
Adán: «Y con tu espíritu.» Y, tomándolo por la mano, lo levanta, diciéndole:
«Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.»
Yo soy tu Dios, que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu
hijo; y ahora te digo que tengo el poder de anunciar a los que están encadenados:
“Salid”, y a los que se encuentran en las tinieblas: "iluminaos”, y a los que
duermen: “Levantaos.” A ti te mando: Despierta, tú que duermes, pues no te creé
para que permanezcas cautivo en el abismo; levántate de entre los muertos, pues
yo soy la vida de los muertos. Levántate, obra de mis manos; levántate, imagen
mía, creado a mi semejanza. Levántate, salgamos de aquí, porque tú en mí, y yo
en ti, formamos una sola e indivisible persona.
Por ti, yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti, yo, tu Señor, he revestido tu
condición servil; por ti, yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he
bajado al abismo; por ti, me he hecho hombre, semejante a un inválido que tiene
su cama entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto, he sido
entregado a los judíos en el huerto, y en el huerto he sido crucificado.
Contempla los salivazos de mi cara, que he soportado para devolverte tu primer
aliento de vida; contempla los golpes de mis mejillas, que he soportado para
reformar, de acuerdo con mi imagen, tu imagen deformada; contempla los azotes
en mis espaldas, que he aceptado para aliviarte el peso de los pecados, que habían
sido cargados sobre tu espalda; contempla los clavos que me han sujetado
fuertemente al madero, pues los he aceptado por ti, que maliciosamente extendiste
una mano al árbol prohibido.
Dormí en la cruz, y la lanza atravesó mi costado, por ti, que en el paraíso dormiste,
y de tu costado diste origen a Eva. Mi costado ha curado el dolor del tuyo. Mi sueño
te saca del sueño del abismo. Mi lanza eliminó aquella espada que te amenazaba en
el paraíso.
Levántate, salgamos de aquí. El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en
el paraíso, sino en el trono celeste. Te prohibí que comieras del árbol de la vida,
que no era sino imagen del verdadero árbol; yo soy el verdadero árbol, yo, que soy
la vida y que estoy unido a ti. Coloqué un querubín que fielmente te vigilara; ahora
te concedo que el querubín, reconociendo tu dignidad, te sirva.
El trono de los querubines está a punto, los portadores atentos y preparados, el
tálamo construido, los alimentos prestos; se han embellecido los eternos
tabernáculos y moradas, han sido abiertos los tesoros de todos los bienes, y el
reino de los cielos está preparado desde toda la eternidad.
VELA PASCUAL
Por Pedrojosé Ynaraja
Cuando yo era un chiquillo, mis queridos jóvenes lectores, a este sábado se le
llamaba “de gloria”. Muy de maana se celebraba una liturgia muy compleja.
Quedaba al final, cerca del altar un grueso cirio, con unos abultados nudos de
incienso y una gran pila de agua que se había bendecido. Durante el día, muchas
familias cristianas, provistas de un recipiente, se acostumbraba a tener un bello
frasco para ello, acudían a recoger agua bendita. En muchas cabeceras de las
camas se tenía una diminuta pila donde se mojaban los dedos para santiguarse
antes de irse a dormir. En una ventana, el domingo se había depositado el ramo
bendito de la misa, implorando que la casa fuera protegida y para que la gente
supiese que allí vivía una familia cristiana. De pequeño, mis padres me llevaron
solo una vez, fue a la iglesia de los carmelitas de Burgos, todavía me acuerdo. Creo
que de joven nunca asistí, no era costumbre. La fecha, en cambio, se notaba
socialmente. En las normas de aquel tiempo, se prohibían los espectáculos y
competiciones durante el jueves y el viernes. De gloria y fiesta era este sábado,
que marcaba los estrenos cinematográficos…
Supimos que el Papa, entonces Pío XII, había restaurado la antigua Vigilia Pascual.
Yo ya era libre de salir sin necesidad de que me acompañasen. La lengua latina que
se empleaba en la liturgia impedía que entendiéramos los textos, pero los ritos eran
expresivos. No era una celebración obligatoria, de manera que las primeras que
asistí, fueron en la catedral, único lugar de la población donde se celebraba.
Cambió la cosa en mis tiempos de seminarista, pero fue cuando tuve posibilidad de
estar rodeado de juventud, que pude gozar de esta Gran Vigilia.
Os voy a contar iniciativas que teníamos, por si a vosotros, mis queridos jóvenes
lectores, os pueden ser útiles. Organizábamos un concurso de punzones de madera,
el que ganaba, gozaba del privilegio de ser el utilizado para grabar el cirio pascual.
También de decoración de cirios personales, decía yo, que un cristiano que acudía a
la Vigilia sin su vela, era como un torero en el ruedo, desprovisto de espada. La
preparación de la leña para el fuego era cuidadosa, su encendido solemne al
máximo. Hoy esto no nos está permitido y acudimos a subterfugios en el interior de
la iglesia, que otro día os podré contar.
A la hora del ofertorio, jóvenes y adultos traían su ofrenda. Recordábamos textos
antiguos y costumbres que en algunos sitios no se han perdido y cada uno
preparaba algo para presentar. Ahora no os hablaré en pasado, es cosa del
presente. No falta nunca quien viene con pan ácimo, antes era harina. También
vino apto para la misa. Cirios para el altar o bombillas para el lampadario. Bloques
de papel útiles para la fotocopiadora, rotuladores, tapetes o tela para corporales o
purificadores. En otro orden de cosas objetos para uso personal de los ministros
que servimos al altar. También alimentos no perecederos para los pobres. Las
madres de familia, preparan esta noche tortas, dulces o torrijas, para compartir
acabada la liturgia. No se omite, para quien quiera obrar de esta manera, la
posibilidad de depositar dinero, que siempre es útil. Preparar esto crea un ambiente
de expectativa que se manifiesta cuando en la lectura evangélica se proclama: no le
busquéis entre los muertos… ha resucitado. Este momento lo esperan impacientes
los más pequeños, para prorrumpir en aplausos, a los que se incorporan de
inmediato los mayores. Os aseguro que si entonces me emociono, también ahora
que os lo estoy contando, lloro entusiasmado.
Ha sido tal la expectación sincera y esperanzadora, que más de una vez, a última
hora, poco antes de iniciarse la liturgia, me han dicho: oye, quiero confesarme, que
hoy no puedo dejar de comulgar. También, confidencialmente os explico un pecado
del que espero haya sido perdonado. Un día, en un momento que entusiasmado
cantaba todo el mundo, quien tenía a mi lado me pidió: dame por favor la
absolucin. De inmediato le contesté: pero si estamos en misa…, a lo que me
espetó: ¡no querrás que no comulgue esta noche! Y, sin que nadie se diera cuenta,
le perdoné los pecados, que ya conocía de antemano. Se realiza así la Pascua
íntima y personal. Si celebramos que Jesús paso de la muerte a la vida, pasa el
penitente del pecado a la Gracia. Cosa esta de gran valor.
Por supuesto que una tal celebración, máxime si lleva incluido un bautizo, que no
siempre, dura, entre preparación inmediata, liturgia fiel y cantos alegres, acabando
en la bendición solemne final, con amén gritando agradecidos, sus cuatro horas.
Los pequeños han dormido casi todo el rato. Es la estampa más bonita de la noche:
un niño en brazos de su madre. Algunos adultos han dado cabezadas, no han
faltado chicos que enredaban. Cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas. Hay
gente que dedica mucho tiempo a hacer cola para conseguir entradas para un
partido o un concierto, nosotros le dedicamos a Jesús menos de lo que se merece,
pero estamos contentos de una celebración a medida de lo que podemos.
Mi homilía-mensaje ha sido hoy una narración, quisiera con ella haberos contagiado
la felicidad que suscita la celebración pascual y que experimentada, os dure y os
preguntéis sincera pero radicalmente en solitario ¿qué debo decidir para que dure
en mí y para que pueda comunicar a otros esta felicidad que siento?
Padre Pedrojosé Ynaraja