Comentario al evangelio del Martes 19 de Abril del 2011
Queridos amigos y amigas:
En este Martes Santo, el evangelio nos ayuda a profundizar en el polo del resentimiento, que ayer
apareció insinuado. Este polo está representado por dos personajes conocidos: Judas (Aquel a quien yo
le dé este trozo de pan untado) y, en un grado diferente, Simón Pedro (¿Con que darás tu vida por mí?
Te aseguro que no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces).
Lo que más me impresiona del relato es comprobar que la traición se fragua en el círculo de los
íntimos, de aquellos que han tenido acceso al corazón del Maestro. Me he detenido en estas palabras:
Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.
Es muy probable que los que os asomáis diariamente o de vez en cuando a esta sección os consideréis
seguidores de Jesús. Yo mismo me incluyo en esta categoría, sin saber a ciencia cierta lo que quiero
decir cuando afirmo ser uno de los suyos. La Palabra nos va ofreciendo cada día muchas pequeñas
luces para ir descubriendo diversos aspectos del seguimiento. Hoy nos confronta con nuestras
traiciones.
La palabra “traición” es muy dura. Apenas la usamos en nuestro vocabulario. Hemos buscado
eufemismos como debilidad, error, distancia, etc. Pero ninguna de estas palabras tiene la fuerza del
término original. Hablar de traición supone hacer referencia a una relación de amor y fidelidad
frustrada. Sólo se traiciona lo que se ama.
¿Estaremos nosotros traicionando a Jesús a quien queremos amar?
Lo traicionamos cuando abusamos de promesas que no vienen refrendadas por nuestra vida.
Lo traicionamos cuando, en medio de nuestros intereses, no tenemos tiempo para “perderlo”
gratuitamente con él.
Lo traicionamos cuando le hacemos decir cosas que son sólo proyección de nuestros deseos o
mezquindades.
Lo traicionamos cuando volvemos la espalda a los “rostros difíciles” en los que él se nos
manifiesta.
Lo traicionamos cuando lo convertimos en un objeto más al alcance de nuestros caprichos.
Lo traicionamos cuando damos por supuesta su amistad y no lo buscamos cada día.
Lo traicionamos cuando repetimos mucho su nombre pero no estamos dispuestos a dejarnos
transformar por él.
Dejemos que este Martes Santo su mirada nos ayude a descubrir nuestras sombras.
Ciudad Redonda