Aprender de la humildad y la bondad del Señor.
21/04/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Juan 13, 1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar
de este mundo al Padre habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los
amó hasta el extremo.
En el transcurso de la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón de
Judas Iscariote, hijo de Simón, la idea de entregarlo, Jesús, consciente de que el
Padre había puesto en sus manos todas las cosas y sabiendo que había salido de
Dios y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto y tomando una toalla,
se la ciñó; luego echó agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a los
discípulos y a secárselos con la toalla que se había ceñido.
Cuando llegó a Simón Pedro, éste le dijo: «Señor, ¿me vas a lavar Tú a mí los
pies?». Jesús le replicó: «Lo que estoy haciendo tú no lo entiendes ahora, pero lo
comprenderás más tarde». Pedro le dijo: «Tú no me lavarás los pies jamás». Jesús
le contestó: «Si no te lavo, no tendrás parte conmigo». Entonces le dijo Simón
Pedro: «En ese caso, Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza».
Jesús le dijo: «El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque
todo él está limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos». Como sabía quién lo
iba a entregar, por eso dijo: «No todos están limpios».
Cuando acabó de lavarles los pies, se puso otra vez el manto, volvió a la mesa y les
dijo: «¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman
Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si Yo, que soy el Maestro y el
Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los
otros. Les he dado ejemplo, para que lo que Yo he hecho con ustedes, también
ustedes lo hagan».
Oración introductoria
Doblo mis rodillas ante ti Jesús y te doy gracias porque me muestras el camino que
debo seguir para crecer en amor. Ven, ilumina mi mente y mi corazón, ayúdame a
darme el tiempo para contemplar la profundidad de este pasaje de tu Evangelio.
Petición
Que esta oración abra mis horizontes humanos y espirituales, que me dé la gracia
para nunca estancarme en el conformismo o en la mediocridad.
Meditación
«Reflexionemos sobre otra frase de este inagotable pasaje evangélico: ´Os he dado
ejemplo...’ ( Jn 13,15); ‘También vosotros debéis lavaros los pies unos a otros’
( Jn 13,14). ¿En qué consiste el ‘lavarnos los pies unos a otros’? ¿Qué significa en
concreto? Cada obra buena hecha en favor del prójimo, especialmente en favor de
los que sufren y los que son poco apreciados, es un servicio como lavar los pies. El
Señor nos invita a bajar, a aprender la humildad y la valentía de la bondad; y
también a estar dispuestos a aceptar el rechazo, actuando a pesar de ello con
bondad y perseverando en ella.
Pero hay una dimensión aún más profunda. El Señor limpia nuestra impureza con la
fuerza purificadora de su bondad. Lavarnos los pies unos a otros significa sobre
todo perdonarnos continuamente unos a otros, volver a comenzar juntos siempre
de nuevo, aunque pueda parecer inútil. Significa purificarnos unos a otros
soportándonos mutuamente y aceptando ser soportados por los demás;
purificarnos unos a otros dándonos recíprocamente la fuerza santificante de la
palabra de Dios e introduciéndonos en el Sacramento del amor divino» (Benedicto
XVI, 13 de abril de 2006).
Reflexión apostólica
«Durante el triduo sacro de la Semana Santa (del jueves santo por la tarde a la
Vigilia Pascual), procuren recoger su espíritu con sentimientos de amor, de gratitud
y de especial cercanía a Cristo, y prefieran abstenerse del uso de la radio y de la
televisión –a no ser para seguir programas religiosos– y de acudir a espectáculos
públicos o salas de fiesta. Cuando en muchos ambientes se dedica este período a la
diversión y disipación, los miembros del Movimiento deben esforzarse por
acompañar a Cristo en la hora suprema de su sacrificio por nosotros» (Manual del
miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 448).
Propósito
Perdonaré de corazón a alguna persona que me haya ofendido.
Diálogo con Cristo
Padre mío permite que sepa verte en mi prójimo, especialmente en aquellos que
están más cerca de mí. Que no calcule ni lleve cuenta de mis actos de amor sino
que siempre está dispuesto a dar más, a perdonar todo, a servir, especialmente
aquellos que no van agradecerlo. ¿Utópico? No. ¿Difícil, costoso? Sí, pero si sigo el
ejemplo de nuestra Madre y te dejo actuar en mi vida, sé que Tú lo harás posible.
Ven Señor Jesús, te ofrezco mi corazón para que pases conmigo esta noche de
pasión.
«Mediten frecuentemente en el ejemplo de Cristo humilde, que se pone a lavar los
pies de sus discípulos, que se anonadó escogiendo la forma de siervo, que vivió
treinta años de obediencia y silencio, que se hace niño con los niños, que se
conmueve ante la humildad de la mujer cananea, y ojalá que esta meditación les
mueva a aceptar en sus corazones la alegría de la humildad»
( Cristo al centro, n. 1373).