EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Sábado Santo de la Sepultura del Señor - Santa Vigilia Pascual
Libro del Exodo 14,15-31.15,1.
Después el Señor dijo a Moisés: "¿Por qué me invocas con esos gritos? Ordena a los
israelitas que reanuden la marcha.
Y tú, con el bastón en alto, extiende tu mano sobre el mar y divídelo en dos, para
que puedan cruzarlo a pie.
Yo voy a endurecer el corazón de los egipcios, y ellos entrarán en el mar detrás de
los israelitas. Así me cubriré de gloria a expensas del Faraón y de su ejército, de sus
carros y de sus guerreros.
Los egipcios sabrán que soy el Señor, cuando yo me cubra de gloria a expensas del
Faraón, de sus carros y de sus guerreros".
El Angel de Dios, que avanzaba al frente del campamento de Israel, retrocedió hasta
colocarse detrás de ellos; y la columna de nube se desplazó también de delante
hacia atrás,
interponiéndose entre el campamento egipcio y el de Israel. La nube era tenebrosa
para unos, mientras que para los otros iluminaba la noche, de manera que en toda
la noche no pudieron acercarse los unos a los otros.
Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo retroceder el mar
con un fuerte viento del este, que sopló toda la noche y transformó el mar en tierra
seca. Las aguas se abrieron,
y los israelitas entraron a pie en el cauce del mar, mientras las aguas formaban una
muralla a derecha e izquierda.
Los egipcios los persiguieron, y toda la caballería del Faraón, sus carros y sus
guerreros, entraron detrás de ellos en medio del mar.
Cuando estaba por despuntar el alba, el Señor observó las tropas egipcias desde la
columna de fuego y de nube, y sembró la confusión entre ellos.
Además, frenó las ruedas de sus carros de guerra, haciendo que avanzaran con
dificultad. Los egipcios exclamaron: "Huyamos de Israel, porque el Señor combate
en favor de ellos contra Egipto".
El Señor dijo a Moisés: "Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas se
vuelvan contra los egipcios, sus carros y sus guerreros".
Moisés extendió su mano sobre el mar y, al amanecer, el mar volvió a su cauce. Los
egipcios ya habían emprendido la huida, pero se encontraron con las aguas, y el
Señor los hundió en el mar.
Las aguas envolvieron totalmente a los carros y a los guerreros de todo el ejército
del Faraón que habían entrado en medio del mar para perseguir a los israelitas. Ni
uno solo se salvó.
Los israelitas, en cambio, fueron caminando por el cauce seco del mar, mientras las
aguas formaban una muralla, a derecha e izquierda.
Aquel día, el Señor salvó a Israel de las manos de los egipcios. Israel vio los
cadáveres de los egipcios que yacían a la orilla del mar,
y fue testigo de la hazaña que el Señor realizó contra Egipto. El pueblo temió al
Señor, y creyó en él y en Moisés, su servidor.
Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor: "Cantaré
al Señor, que se ha cubierto de gloria: él hundió en el mar los caballos y los carros.
Libro del Exodo 15,1b-2.3-4.5-6.17-18.
Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor: "Cantaré
al Señor, que se ha cubierto de gloria: él hundió en el mar los caballos y los carros.
El Señor es mi fuerza y mi protección, él me salvó. El es mi Dios y yo lo glorifico, es
el Dios de mi padre y yo proclamo su grandeza.
El Señor es un guerrero, su nombre es "Señor".
El arrojó al mar los carros del Faraón y su ejército, lo mejor de sus soldados se
hundió en el Mar Rojo.
El abismo los cubrió, cayeron como una piedra en lo profundo del mar.
Tu mano, Señor, resplandece por su fuerza, tu mano, Señor, aniquila al enemigo.
Tú lo llevas y lo plantas en la montaña de tu herencia, en el lugar que preparaste
para tu morada, en el Santuario, Señor, que fundaron tus manos.
¡El Señor reina eternamente!".
Carta de San Pablo a los Romanos 6,3-11.
¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos
sumergido en su muerte?
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo
resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva.
Porque si nos hemos identificado con Cristo por una muerte semejante a la suya,
también nos identificaremos con él en la resurrección.
Comprendámoslo: nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él, para que fuera
destruido este cuerpo de pecado, y así dejáramos de ser esclavos del pecado.
Porque el que está muerto, no debe nada al pecado.
Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él.
Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no
tiene poder sobre él.
Al morir, él murió al pecado, una vez por todas; y ahora que vive, vive para Dios.
Así también ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo
Jesús.
Evangelio según San Mateo 28,1-10.
Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la
otra María fueron a visitar el sepulcro.
De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Angel del Señor bajó del cielo,
hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella.
Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la
nieve.
Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos.
El Angel dijo a las mujeres: "No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el
Crucificado.
No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar
donde estaba,
y vayan en seguida a decir a sus discípulos: 'Ha resucitado de entre los muertos, e
irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán'. Esto es lo que tenía que decirles".
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del
sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos.
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: "Alégrense". Ellas se
acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Cromacio de Aquilea (?-407), Obispo
1er Sermón para la Noche de Pascua
La noche en que veló el Señor para sacarlos de la tierra de Egipto (Ex
12,42)
Todas las vigilias que hemos celebrado en honor del Señor, son agradables a
Dios y aceptadas por Él, más esta vigilia le es agradable por encima de todas las
demás. Es por esto que esta noche lleva particularmente el título de "Vigilia del
Señor". Leemos en efecto: « Es la noche de vela, en honor del Señor, para los hijos
de Israel por todas las generaciones» (Ex 12,42). Esta vigilia lleva bien el nombre
porque el Señor permanece en vela viviendo para que nosotros no nos durmiéramos
en la muerte. En efecto, Él ha sufrido por nosotros el sueño de la muerte por el
misterio de la Pasión; más este sueño del Señor ha traído la vigilia del mundo
entero, porque la muerte de Cristo ha alejado de nosotros el sueño eterno de la
muerte. Lo dijo Él mismo por el Profeta:« Yo me he dormido y me he despertado, y
mi sueño ha sido dulce» (Sal 3,6; Jr 31,26). Este sueño de Cristo que nos ha
llamado de la amargura de muerte a la dulzura de la vida, no podría ser más que
dulce.
Salomón escribió:"Yo duermo pero mi corazón vela" (Cantar 5,2). Estas palabras
muestran claramente el misterio de lo divino y lo humano del Señor. Se durmió
según la carne, pero su divinidad veló, ya que la divinidad no podía dormir...;«
nunca duerme ni descansa el guardián de Israel» (Sal 120,4)... Durmió según la
carne, pero su divinidad visitó los infiernos para liberar al hombre que estuvo
cautivo; nuestro Señor y Salvador quería visitar todos los lugares para tener
misericordia de todos. Él descendió del cielo a la tierra para visitar el mundo y
descendió también de la tierra a los infiernos para llevar la luz a los que estaban
cautivos, según la palabra del profeta:"Tú, que habitabas en tinieblas y sombra de
muerte, una luz ha resplandecido sobre ti"(Is 9:1).
Por eso, los ángeles en el cielo, los hombres sobre la tierra, y las almas de los
difuntos celebran esta vigilia del Señor... Si el arrepentimiento de un solo pecador,
como leemos en el Evangelio, es motivo de alegría para los ángeles, en el cielo (Lc
15,7.10) ¿no será mayor la redención del mundo entero?... Esta noche, por lo tanto,
no es sólo una fiesta para los hombres y los ángeles, sino mucho más para el Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo, porque la salvación del mundo es la alegría de la Trinidad.
“servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”