Carta del Obispo de Posadas para el Segundo domingo de Pascua 01.05.2011.
“SOBRE EL BEATO JUAN PABLO II”.
Durante varias semanas estaremos celebrando el tiempo pascual. Es un tiempo para animarnos en la
esperanza, porque Cristo resucitó y la vida triunfó, sobre la muerte. Esta es la experiencia gozosa de los
Apóstoles que nos presenta el Evangelio de este domingo (Jn 20, 19-31). Ellos estaban reunidos en un lugar
de Jerusalén y llenos de temor. No era para menos, lo habían matado a quien ellos seguían y no sabían que
podía pasarles. El texto bíblico nos dice: “Jesús poniéndose en medio de ellos, les dijo: La paz esté con
Ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a Ustedes” (Jn 20, 19-20). Esta experiencia de
fe era fundamental para que los Apóstoles reciban el mandato de evangelizar.
Quizás nos venga bien repensar estos textos pascuales, para ubicarnos sobre cuál es el aporte que nuestro
tiempo necesita de los cristianos. Este encuentro pascual fue fundamental para que los Apóstoles sobrelleven
las dificultades de su tiempo. Nosotros también necesitamos de esta experiencia de Fe Pascual y de una
espiritualidad más profunda, para ser “testigos” en medio de tantos problemas que nos rodean.
Este domingo estamos viviendo un acontecimiento muy importante para la Iglesia. En este segundo domingo
de Pascua, se celebra la beatificación del Papa Juan Pablo II. De diversas maneras durante su largo
pontificado hemos tenido la posibilidad de conocer a este hombre tan querido por todos. En mi caso he sido
ordenado sacerdote y posteriormente Obispo cuando Juan Pablo II era Papa. Siendo Obispo he tenido la
posibilidad de tener dos audiencias privadas con él, en donde he experimentado su paternidad y cercanía.
Todos hemos conocido que Juan Pablo II fue un hombre totalmente donado a Dios y a la gente, para vivir sin
límites la misión conferida. Los argentinos especialmente tenemos que agradecer su mediación que evitó una
guerra absurda con nuestros hermanos chilenos. Recordamos sus visitas a la Argentina y su especial carisma
con los jóvenes.
Espontáneamente jóvenes de nuestra Diócesis han querido realizar una vigilia de oración para unirse a la
beatificación del Papa Juan Pablo II. Hoy celebraré la Santa Misa del segundo domingo de Pascua a las 20:00
hs en nuestra Catedral, teniendo especialmente presente la beatificación del Papa.
En este tiempo de Pascua, estamos llamados a profundizar nuestro encuentro con el Señor Resucitado y ser
discípulos, testigos y misioneros. Podemos señalar que siempre la evangelización se realizó
fundamentalmente desde la irradiación de varones y mujeres que por su santidad fueron instrumentos de
Salvación. Este es el caso del “Beato Juan Pablo II”. Él mismo en el inicio del siglo y del milenio nos decía en
su Carta Apostólica, “Novo Millennio Ineunte” refiriéndose a la santidad: “En primer lugar, no dudo en decir
que la perspectiva en la que debe situarse el camino pastoral es el de la santidad… (30).
Recordar esta verdad elemental, poniéndola como fundamento de la propagación pastoral que nos atañe al
inicio del nuevo milenio, podría parecer, en primer momento algo poco práctico. Acaso se puede “programar”
la santidad? ¿Qué puede significar esta palabra en la lógica de un plan pastoral? En realidad, poner la
programación pastoral bajo el signo de la santidad es una opción llena de consecuencias. Significa expresar la
convicción de que el Bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios por medio de la inserción en
Cristo y la inabitación de su Espíritu, sería un contrasentido contentarse con una vida mediocre, vivida según
una ética minimalista y una religiosidad superficial. Preguntar a un catecúmeno, “Quieres recibir el
Bautismo?”, significa Quieres ser santo?”…(31)
En este domingo pascual podemos pedir al Beato Juan Pablo II, que interceda para que vivamos nuestro
bautismo, como testigos que creen en Aquel que murió y “Resucitó”.
Les envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo. Monseñor Juan Rubén Martínez .