Comentario al evangelio del Martes 03 de Mayo del 2011
No debió ser fácil para aquellos primeros discípulos el asimilar todo lo que decía Jesús, todo lo que
significaba su figura imponente, sus palabras, la novedad de su forma de comportarse, su manera de
hacer presente el amor y la misericordia de Dios. Está claro en los mismos Evangelios que les costó
mucho entender a Jesús y el significado revolucionario de su figura y su mensaje. Pero sin ellos no
habría llegado a nosotros el testimonio de Jesús.
Hoy, celebrando a los apóstoles Felipe y Santiago, en el contexto del tiempo pascual, celebramos y
damos gracias por todos los que formaron la primera comunidad cristiana. Muchos han quedado en el
anonimato. Para todos creer en Jesús supuso un cambio importante en su vida. Por una parte su vida se
llenó de sentido. La esperanza iluminó sus corazones. Pero, por otra parte, se vieron obligados a
cambiar sus valores, su forma de entender la vida, sus relaciones con las demás personas. Desde Jesús
todo cobraba un sentido nuevo. Ya no valían los antiguos criterios, los hábitos ni los prejuicios. Se
sentían libres de todo lo que antes había supuesto una opresión, normas sin sentido, pesadas leyes
difíciles de cumplir. Pero ahora había que elaborar nuevas normas, hacerse con costumbres nuevas.
Otros valores reinaban en sus vidas. El Evangelio les daba fuerzas para caminar. Pero ellos tenían que
hacer el camino. Es de suponer que sus reuniones para hacer memoria de las palabras y de los hechos
de Jesús serían para ellos momentos de iluminación. La Palabra, en aquellos tiempos todavía no
escrita, era fuente de sabiduría permanente. Poco a poco fueron alumbrando un nuevo estilo de vida.
La Iglesia iba tomando forma. Con errores y equivocaciones, sin duda, pero también con mucha
esperanza y mucha ilusión.
Hoy recordamos a Felipe y Santiago. Ellos, y muchos otros, son los fundamentos de nuestra fe. Por
ellos tenemos que dar gracias a Dios. Son nuestros padres en la fe. De ellos tenemos que aprender el
coraje para enfrentarnos a las situaciones nuevas tratando de dar una respuesta cristiana, de no dejarnos
llevar por las costumbres, de ser críticos con nosotros mismos y con nuestra historia, de no dar nada
por supuesto y de buscar siempre inspiración en el Evangelio, en Jesús. Para seguir pasando a las
futuras generaciones la llama del Evangelio en toda su pureza. Como ellos lo intentaron con todas sus
fuerzas.
Fernando Torres Pérez cmf