V DOMINGO ORDINARIO - A
Evangelio: Mt 5,13-16 Ser sal y luz para los demás
Breve párrafo evangélico el de este domingo, pero lleno de luminosidad y
sabiduría, no solo por que habla de luz y de sal, sino porque plantea unas
normas de vida, o mejor propone unas actitudes fundamentales, que han de
sazonar y vivificar a los demás, y que han de iluminar el camino de la vida.
Con ejemplos muy sencillos, y anécdotas de la vida corriente y ordinaria
de la gente que le rodeaba, Jesús se hace entender perfectamente.
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Señor, Jesús, qué tanto me animas a seguirte con ejemplos claros y
concretos,
expresivos y animantes; ayúdame a ser sencillo y humilde, acogedor y valiente
para seguirte en la intimidad de la oración personal,
en las alabanzas y súplicas comunitarias, así como en la entrega y generosidad
en la vida ordinaria, familiar y laboral, y con mis amigos y colegas.
Me pides que sea sal de la tierra, para que pueda “salar a los demás” y a todas
las estructuras humanas y sociales, donde discurre mi vida.
E incluso “me amenazas” que, si no así, solo serviría para ser pisoteado y
despreciado .
Ayúdame, Señor, a servir de sal entre amigos y colegas, para se sientan
más felices, seguros y animados con mi amistad y bien ejemplo.
También, que en mi familia sea motor y fuente de alegría, de bienestar humano
y espiritual para todos, y de paz, tranquilidad y amor entre todos.
Que todos puedan sentirse más felices junto a mí, y apoyados en mí se sientan
más animados y estimulados a encontrarse contigo,
y a vivir también tu amistad y cariño.
Que los pobres y necesitados puedan contar con mi cariño,
alegría y servicialidad en todo momento.
Me propones, Señor, ser luz para el mundo, iluminando con la fe y el
amor,
el corazón y la mente de cuantos pasen a mi lado, de mí dependan,
o sencillamente puedan ser influidos por mí.
En primer lugar te pido que nunca el pecado mortal apague mi fe
y destruya la gracia santificante; y que tampoco la tibieza o superficialidad
mengüen mi testimonio y buen ejemplo de cristiano.
Además que nunca me canse de trabajar y hacer el bien.
Que mi corazón esté siempre abierto a todos y en todas las circunstancias
y realidades sociales para hacer el bien y vivir la caridad cristiana.
Que con mis buenas obras otros puedan dar gloria
a nuestro Padre que está en los cielos, y que todos juntos luchemos
para implantar en el mundo, y en la sociedad, la civilización del amor,
la justicia y la paz, que Tu nos ganaste con la Redención.