XI DOMINGO ORDINARIO - A
Evangelio: Mat 9,36-10,8 - ¡Danos sacerdotes santos !
El evangelio recuerda la elección que Jesús hizo de los doce apóstoles, y
los primeros encargos que les hace: “id a las ovejas descarriadas de Israel y
proclamad que el reino de los cielos está cerca … … Curad a los enfermos … …”
Más tarde les irá dando los encargos o poderes sacramentales.
Antes contemplamos a Jesús compadeciéndose de aquellas gentes que
necesitan buenos pastores que les ayuden y les orienten por los buenos
caminos. Ante esta situación Jesús manifiesta la famosa queja, que sigue siendo
de plena actualidad: “la mies es abundante … y los obreros son pocos … rogad
al dueño de la mies … ”.
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Señor, Jesús, que te quejas ante la falta de buenos pastores,
que guíen a tu pueblo, y más ante la abundante mies que espera
“segadores”.
Tú queja cobra especial urgencia en la actualidad: faltan sacerdotes,
son pocos los jóvenes que responden a tu llamada,
para entregarse con el ministerio sacerdotal a servir a los demás.
Vivimos momentos de crisis sociales, de crisis de valores, de crisis
ideológicas.
Pero confiamos en tu Palabra, que no puede fallar, y en la fuerza de tu
Espíritu,
que seguirá guiando a la Iglesia hasta el final de los tiempos.
Te pido, Señor, por los jóvenes limpios y nobles, generosos y
valientes
para que se enamoren del Bien y de la Verdad,
para que oigan tu llamada a vivir en plenitud su juventud,
para que sean fieles a sus compromisos de cristianos confirmados,
para que sinceramente te sigan por el camino del sacerdocio.
Te encomiendo sobre todo a las familias cristianas,
para que sean viveros de vocaciones religiosas dispuestas
a santificarse y a servir donde Tú les llames.
Que los jóvenes conscientes de la llamada a la santidad
comprendan la verdad del “ciento por uno” que Tú ofreces, y que
no hay mayor alegría y satisfacción que servir y dar la vida por los
demás.
Gracias, Señor, porque, no obstante, no faltan algunos jóvenes
que corresponden a tu llamada como apóstoles.
Por ellos ruego especialmente para que sean alegres y deportistas,
sinceros y sacrificados, humildes y valientes, piadosos y doctos,
y por último, generosos en su entrega.
Con todo el pueblo cristiano sigo rezando con estas palabras,
tantas veces repetidas por los buenos cristianos:
Señor, danos muchos y santos sacerdotes.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez