XII DOMINGO ORDINARIO - A
Evangelio: Mat 10,26-33 - Testimonio cristiano
En su afán de formar a los apóstoles, Jesús les abre su corazón unas
veces para enseñarles las verdades que amueblen su inteligencia, y otras veces
las verdades que ensanchen sus corazones con las mejores decisiones y
propósitos.
En este pasaje evangélico contemplamos a Jesús instruyéndoles sobre
todo en la confianza que han de tener siempre en El, y en consecuencia en la
valentía y coraje que no les debe faltar nunca. “No tengáis miedo … … Lo que os
digo de noche , decidlo en pleno día … … y lo que escucháis al oído, pregonadlo
desde la azotea”.
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Señor, qué consolador, y a la vez comprometedor
lo que este domingo nos recuerdas en la liturgia dominical.
Que, atento a tus palabras, las medite y proyecte en mi vida
con verdaderos propósitos de sinceridad y valentía, de coraje y
constancia,
para testimoniar mi vida de hijo de Dios y hermano de todos los
hombres.
¡Cuantas veces nos asustamos, o avergonzamos de ser cristianos,
o por lo menos nos ocultamos o lo callamos!
En cambio Tú, Señor, nos dices:
“No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto,
que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse”.
Ayúdame, Señor, a saber proponer a todos, con mi testimonio alegre y
servicial, honrado y cabal, mi fe cristiana y el amor de Dios que llevo en el
corazón.
Tú nos prometes estar siempre con nosotros, si te somos fieles
¿a quién temer entonces?
A pesar de que los ambientes sociales no son muy propicios
a los grandes valores cristianos, siguen abundando ejemplos
de autenticidad cristiana, de santidad verdadera y de apóstoles
ejemplares.
Gracias, Señor, por esos valientes en medio de la mediocridad,
por esos luceros en medio de la oscuridad,
por esos triunfadores del Amor de Dios en medio tantos derrotados
por amores e ideales puramente placenteros, rastreros y equivocados.
A la vez que te pido por ellos, quiero manifestarte mis deseos y
propósitos
de ser auténtico cristiano en mi trabajo, en mi familia, en las diversiones
y en todos los ambientes sociales, donde tengo que vivir,
y donde quiero gozar de la vida y disfrutar de la convivencia.
¡Señor, aquí me tienes, porque me has llamado!
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez