XVIII DOMINGO ORDINARIO – A
Evangelio: Mat 14,13.21 - Jesús entre nosotros
La gente entusiasmada sigue a Jesús. Su doctrina les encandila, y su
caridad y buen trato a todos atraen como un imán. Los enfermos son consolados
y se sienten curados junto a Jesús. Todos quieren oírle y estar cerca de El, aún a
costa de olvidarse de la comida y no tener para comer. Por fin, Jesús los
alimenta, en medio de aquel descampado, donde era imposible encontrar
aprovisionamientos. Con cinco panes y dos peces, que alguno más previsor
tenía, consigue que todos coman y se sacien. El milagro les asombra, y
lógicamente hace que le escuchen con mayor atención y le sigan con mejor
actitud.
_____________________________________________________
Señor, me admiran aquellas gentes que te seguían con tanto
entusiasmo.
Es verdad que Tus palabras eran la Verdad y la Vida, y tu ejemplo
y tu caridad con todos eran modélicos en virtud y en santidad.
A veces pienso que si yo te hubiera conocido, mi respuesta a tu
llamada
sería diferente, y mi entrega sería como la de los apóstoles.
Olvido que Tu sigues entre nosotros, pues así lo prometiste,
y así lo “he sentido” tantas veces.
Querría haber presenciado tus milagros, y me ciego para no ver los
que haces espiritualmente en las almas, y en el corazón, en tantas
ocasiones:
nos bendices, nos perdonas, nos alimentas, nos iluminas
y ayudas a través de los sacerdotes y de los sacramentos.
Señor, que “sienta” tu presencia espiritual,
a pesar de mis debilidades, errores y pecados.
Que te “sienta” cuando me hablas a través de tu Palabra escrita
y predicada en la Iglesia por tus sacerdotes y ministros.
Que te “sienta” en los sacerdotes cuando me hablan y aconsejan en tu
nombre
y también cuando me bendicen y perdonan en representación tuya.
Que te “sienta”, Señor, en el sacramento de la fe, el sacramento del amor,
el sacramento de la unidad, el sacramento de la vida eterna: la Eucaristía.
Que sea consciente de tu presencia en el sacerdote que celebra
los sacramentos, en la comunidad que nos reunimos en tu nombre,
y sobre todo en el pan y el vino, que se convierten en tu Cuerpo y Sangre,
y se nos entrega como alimento espiritual de vida eterna.
Que disfrute también, Señor, de tu presencia eucarística en el
Sagrario,
acompañándote con frecuencia en la oración de alabanza,
gratitud y súplica por mis necesidades y las de todos los convecinos.
¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar!
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez