XXVIII DOMINGO ORDINARIO – A
Evangelio: Mat 22,1-14 - La alegría del banquete
Todos los hombres estamos invitados a las bodas reales. Dios abre las
puertas de su casa a todos los que quieran participar en la alegría de la fiesta.
Merece la pena aceptar la invitación y disfrutar de la vida. Está todo preparado:
la sala, el banquete, los terneros sacrificados y aderezados para servir a la
mesa.
Solo quedan los invitados, que, tontamente, van disculpándose, y
desprecian y maltratan a los criados. No obstante el Rey mantiene la fiesta de
su hijo y sigue invitando a todos, sin distinción ni preferencias. Por supuesto
exige la buena disposición de entrar con el traje adecuado, que no es otro que el
buen corazón para abrirse a la fiesta y a compartirla con todos.
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Señor, que me hablas con la claridad de un buen maestro,
y con el cariño de un padre, celoso por el bien y la alegría de sus hijos.
Quieres que disfrutemos de la vida, que gocemos de la fiesta de la
amistad,
el progreso y la solidaridad, o con tus palabras:
que gocemos en las bodas de tu hijo.
¡Nos has hecho, Señor, para ser y vivir felices en unión fraternal
y compartiendo con todos en esta fiesta de la vida!
Gracias, Señor, par la vida que me das, los amigos que me acercas,
las comodidades con que me obsequias,
y las posibilidades de compartir todo esto con los demás.
Pero aquí aparece mi ceguera, insensatez y egoísmo.
Prefiero, muchas veces, ser yo solo feliz, dedicarme a “mis cosas”,
pensar solo en mi dinero, mi comodidad, mi placer, mi yo …
aún a costa de los demás, y a veces haciendo daño al prójimo.
Gracias, Señor, por la maravillosa lección que hoy me das.:
Tu “enfado y enojo” con los que no te responden
y prefieren ser felices ellos solos, aunque sin conseguirlo.
Quiero, Señor, estar siempre preparado, con el traje adecuado,
para aceptar tu invitación y participar de la alegría de la vida.
Quiero, Señor, acercarme cada día a tu banquete eucarístico,
para alimentar mi fe, iluminar mi esperanza y fortalecer mi caridad,
cumpliendo, en cada momento, tu santa voluntad para mí
y ser más feliz en “el banquete de la vida”.
Enséñame a compartir mi alegría y felicidad con todos los hermanos.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez