XXXII DOMINGO ORDINARIO – A
Evangelio: Mat 25,1-13 - Gozar del banquete de la vida
Con un ejemplo –la parábola de las diez doncellas que salen a recibir al
esposo– tomado de la vida ordinaria de su tiempo, y muy conocido y
experimentado por muchos de sus oyentes, Jesús nos instruye sobre la
necesidad de vivir siempre preparados para dar cuenta Dios de nuestra vida,
cuando El nos llame.
No sabemos cuando será ese momento. Pero no solo por prudencia táctica
hemos de estar preparados y en gracia de Dios, sino por que merece la pena
vivir iluminados y enriquecidos por la fe cristiana y moldeados por el calor de la
caridad y del compromiso cristiano a lo largo de los días de nuestra vida.
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Señor, que nos adviertes de la necesidad de estar siempre
preparados,
para cuando Tu nos llames. Quiero ser como las doncellas prudentes
que fueron a esperar al esposo con las lámparas aprovisionadas de aceite.
No solo estuvieron a punto para recibirlo,
sino que durmieron felices mientras le esperaban,
y disfrutaron del encuentro y de la entrada al banquete.
No solo evitaron el reproche y rechazo del esposo, sino que participaron
en la fiesta con alegría y satisfacción personal y comunitaria,
compartiendo su presencia con todos los invitados a la fiesta de la vida.
Quiero aprender, Señor, la lección de la prudencia y del
aprovechamiento
del tiempo; de la puntualidad al comenzar a hacer las cosas y del orden
y buena organización al trabajar, al divertirme y al ayudar el prójimo.
Que nunca me domine la pereza, la comodidad egoísta e
imprudente,
el cálculo individualista o la “cuquería” humana,
al cumplir con mis deberes profesionales, familiares y sociales,
y con los propiamente religiosos y apostólicos.
El ejemplo de los santos y de los buenos cristianos
me ilumina y estimula, y algunas veces me inquieta y descorazona,
pues me reprochan mi indiferencia y precipitación,
mi tibieza y mediocridad …; pero ¡qué bien me hacen
sus biografías y sus testimonios, sus palabras y su ejemplo de vida!
Su alegría es evidente, y su trabajo y generosidad se desborda
en obras buenas y en testimonio apostólico. Ayúdame, Señor,
a imitarles y a disfrutar de la vida como ellos lo hicieron y fueron felices.
Y que, al final, pueda ser reconocido por Ti,
y entrar en el banquete del Reino, en el día y la hora que decidas para mí.
Padre Segismundo Fernandez Rodríguez