3er. Domingo de Pascua
Mayo 8 de 2011
P. Emilio Betancur Múnera
EL MAGNIFICAT DE PASCUA
ESCUCHAR PARA RECONOCER
El primer día de la semana, el domingo, es el día de la resurrección. Es el comienzo
de una nueva época para la historia. El camino de Jerusalén a Emaús, es imagen
del camino de los desengañados por las expectativas no cumplidas. Emaús es todo
lugar y ocasión en que nos sentimos desengañados de Dios y de la iglesia porque:
“a Él no lo han visto”, porque “Nuestros ojos y los de ellos han estado impedidos
para reconocerlo”.
Cuando en la vida se han tenido grandes pérdidas, sobre todo afectivas, se genera
una gran disponibilidad para escuchar a quienes en serio desean compartir una
palabra que explique, que de sentido. A quien explica solo le basta afinidad con
quien escucha y de esta manera hablará al corazón. Estos encuentros en la vida
son salvíficos, encuentros como estos se quisieran prolongar: “quédate con
nosotros, porque es casi de noche y el día está que se acaba”.
Escuchar desde Moisés hasta los profetas para ver como se relacionan con Jesús, es
querer encontrarse con el resucitado, tesoro escondido en el amplio campo de la
Escritura, donde somos jardineros. En el campo de la Escritura todos los senderos
llevan a Jesús. Después de Emaús todo acto de fe es un reconocimiento del
resucitado por el don de la Palabra.
COMPARTIENDO SE RECONOCE
Cuando en la mesa lo vieron tomar el pan, decir la bendición, partirlo y dárselo a
ellos, sus ojos se abrieron y lo reconocieron. Si antes no hubieran comido con Él,
ahora no lo hubiesen reconocido. En la época en que Lucas escribió este relato, los
discípulos ya celebraban la última cena en sus casas (Hch 4, 46).
En el camino de la fe, la Eucaristía nos permite reconocer a Jesús en todo lugar
donde el pan se parte y se reparte.
El proceso de la iniciación cristiana tan importante en la misión continental
comienza con la explicación de la escritura, sigue con la renovación del bautismo,
cuando se trata de adultos y termina en la mesa eucarística.
LA MISIÓN: BUSCAR A LOS DESILUSIONADOS
Sin perder tiempo para compartir la alegría, los discípulos de Emaús se pusieron en
camino hacia Jerusalén donde se reunieron con “los once y quienes estaban con
ellos”. Este regreso es un retorno desde la luz (Emaús) a la oscuridad de la
muerte que antes habían dejado en Jerusalén. Después del encuentro, el retorno
es un signo de conversión. Una vez convertidos en creyentes se volvieron a buscar
a los que habían despedido desilusionados a sus casas
El testimonio de los recién convertido fue tan eficaz que quienes recibieron el
Kerigma, dijeron desde su experiencia de fe “Verdaderamente ha resucitado el
Seor y se ha aparecido a Simn”.
La aceptación de este primer testimonio, confirma nuestra fe, nuestro
reconocimiento del Señor. Es la escucha permanente de la Palabra y la fracción del
pan, lo que nos permite compartir la experiencia de los primeros testigos que lo
escucharon y vieron en Emaús el mismo día de la Resurrección de Jesús.
“Ya sabéis con que os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros padres,
no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el
Cordero sin defecto ni macha, previsto ante la creación del mundo y manifestado al
final de los tiempos por nuestro bien. Por Cristo vosotros crees en Dios, que lo
resucit y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza”
(Ferney por favor colocar cita bíblica primera lectura)
Hechos de los apóstoles 2, 14. 22-33
Salmo 15, 1-2 y 5. 7-8. 9-10. 11
1 Pedro 1, 17-21
Lucas 24, 13-35
Evangelio:
“Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acerc y comenz a caminar con
ellos, pero los ojos de los discípulos estaban velados y no lo reconocieron…
Entonces Jesús les dijo: “¡Qué insensatos son ustedes y que duros de corazn para
creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías
padeciera todo esto y así entrara en su gloria? Y comenzando por Moisés y
siguiendo con todos los profetas les explicó todos los pasajes de la Escritura que se
referían a Él.
Ya cerca del pueblo dónde se dirigían. El hizo como que iba más lejos, pero ellos le
insistieron diciendo, “Quédate con nosotros porque ya es tarde y pronto va a
oscurecer” y entró para quedarse con ello.
Cuando estaban a la mesa tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo
dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero El se les desapareció y
ellos decían uno al otro “con razn nuestro corazn ardía, mientras nos hablaba por
el camino y nos explicaba las Escrituras”.
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los once con sus compaeros, los cuales les dijeron: “De veras ha
resucitado el Señor y se le apareció a Simón entonces ellos contaron lo que les
había pasado por el camino y como lo habían reconocido al partir el pan”.