IV Domingo de Pascua, Ciclo A.
Pautas para la homilia
El va llamando por el nombre”
Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y
guardián de vuestras vidas.
El pastor, el lobo y el cordero conviven dentro de cada uno de nosotros. En nuestra
personalidad e identidad, en el modo de relacionarnos con nuestro yo profundo o
con los demás. El pastor, el lobo y el cordero se alternan para tomar las riendas.
Representan la complejidad de nuestro modo de ser y estar. Caer en la cuenta de
su existencia nos ayuda a iluminar el lado oscuro de las contradicciones que nos
habitan. ¿Cómo manejarlas?
En primer lugar, sabiendo que quienes mejor conocen las contradicciones con las
que vivimos son los que conviven con nosotros. Las posturas corporales, el tono de
voz, la mirada, el vocabulario, la capacidad de escucha, los recurrentes temas de
conversación, el modo de trabajar, rezar, bromear, en todo ello vamos dejando
huellas de quienes somos y del momento que vivimos. Si nos sentimos frustrados e
incompletos, o serenos y conformes; si afectivamente estables o inestables; en
contacto con nuestra verdad o lejos de ella. A lo largo del día y las jornadas
mostramos un perfil de pastor, lobo o cordero, según con quienes estemos y bajo
qué circunstancias. Escuchando a quienes viven con nosotros obtenemos un mapa
de viaje al interior de nosotros mismos.
Segundo. Más allá de la imagen que pretendamos proyectar, nos perciben y
percibimos a los demás condicionados por las expectativas y las proyecciones. Por
eso distinguir la cizaña del trigo no es tarea fácil. Aunque de ambas se sirve Dios
para acercarnos más a su amor infinito.
Tercero. El modo habitual de relacionarnos con la gente, con el mundo y con Dios
está basado en un esquema aprendido desde la infancia pero erróneo: acción-
reaccin. En la vida somos más “reactores” y por tanto no dueos de nosotros
mismos, que “actores” asertivos que viven de verdad y en la verdad. Así, cuando
vemos que alguien viene como un lobo, frecuentemente respondemos como lobos,
o si alguien viene como cordero, respondemos como pastores paternal o
maternalmente. Si seguimos ese esquema funcionamos desde unas relaciones
asimétricas basadas en la relación de poder o de interés. Así nos va. Dios conoce
bien cuando somos lobos con piel de oveja, ante El no valen disfraces. Dios confía
en nuestras posibilidades siempre, espera que adquiramos compromisos e
iniciativas en la vida y en el seguimiento de Cristo.
Yo he venido para que tengan vida y vida abundante
El evangelio nos invita a vivir ya bajo el influjo del Espíritu del Resucitado. Cada
eucaristía actualiza que Jesús es al mismo tiempo Pastor bueno y Cordero inmolado
que entregando su vida, revive al mundo y a cada uno. Su Espíritu nos capacita
para vivir en la luz y la verdad. Con Jesús ha comenzado la nueva creación y se ha
derramado la gracia con la que domesticar la agresividad y ambición del lobo,
alimentar la mansedumbre del cordero y la sagacidad del pastor que llevamos
dentro. Cada eucaristía, verdadero anticipo del Reino de Dios nos convierte en
profecía. La eucaristía es don y tarea que nos envía a proclamar con asertividad en
las relaciones humanas y en las luchas cotidianas que: No es el hombre lobo para el
hombre, sino hombre (Francisco de Vitoria). Y no es Dios rival sino amigo de ese
hombre que tiene en Jesucristo su modelo de humanidad y su puerta hacia la vida
eterna.
Fray Xabier Gómez García
Real Convento de Ntra. Sra. de Atocha (Madrid)
(con permiso de dominicos.org)