IV Domingo de Pascua, Ciclo A
Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
«La del Buen Pastor es una voz distinta»
I. LA PALABRA DE DIOS
Hch 2, l4a,36-41: «Dios lo ha constituido Señor y Mesías»
Sal 22,1-6: «El Señor es mi pastor, nada me falta»
1P 2, 2ob-25: «Habéis vuelto al Pastor y guardían de vuestras vidas»
Jn 10,1-10: «Yo soy la puerta de las ovejas»
II. APUNTE BÍBLICO-LITÚRGICO
La fe en la resurrección y la confesión de Cristo como Señor está recogido por S.
Lucas en este discurso de S. Pedro. S. Lucas, como hace Pablo en Rm 10,1s, usa el
«kyríos-panton», Señor de todas las cosas, aunque acostumbra a designar a Jesús
con estos mismos títulos en los hechos prepascuales. Vuelven a darse momentos
clásicos en los discursos «misioneros». En esta ocasión el contraste entre «vosotros
crucificásteis» y «Dios lo ha constituido», es una llamada de atención que surte
efecto inmediato.
En la alegoría del Buen Pastor, Jesús retoma una imagen ya familiar en el AT. Se
atribuye unas funciones que el pueblo tenía como exclusivamente divinas.
¿Cómo suena a los oídos del hombre de hoy una voz que tenga «pretensiones» de
tener valor universal? ¿Que alguien pretenda erigirse en único guía del mundo? La
clave está en eso de «le ha constituido Señor y Mesías».
III. SITUACIÓN HUMANA
En medio de tantas voces, tantos ruídos, escuchamos la voz de Dios que, es por la
gracia, fuente de nuestra propia identidad, porque el mismo Dios nos reconoce
como suyos. No es fácil hoy distinguir unas voces de otras. Se requiere atención
permanente para distinguir las distintas «longitudes de onda» en que se emiten las
voces. Una cosa tenemos por cierta los creyentes: que la voz del Buen Pastor se
emite en una onda que no es de este mundo.
IV. LA FE DE LA IGLESIA
La fe
– El germen del Reino es el «pequeño rebaño»: "Este Reino se manifiesta a los
hombres en las palabras, en las obras y en la presencia de Cristo. Acoger la palabra
de Jesús es acoger «el Reino». El germen y el comienzo del Reino son el «pequeño
rebaño» (Lc 12,32), de los que Jesús ha venido a convocar en torno suyo y de los
que él mismo es el pastor. Constituyen la verdadera familia de Jesús. A los que
reunió así en torno suyo, les enseñó no sólo una nueva «manera de obrar», sino
también una oración propia" (764; cf 754).
– Los pastores de la Iglesia: 880-896; 935-939.
La respuesta
– La fe respuesta a la llamada de Dios: "Por su revelación, «Dios invisible habla a
los hombres como amigo, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos
a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía». La respuesta adecuada a
esta invitación es la fe" (142).
– «Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios.
Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela» (143).
– La adhesión y la obediencia a los pastores: 862. 882. 886. 891.
– La parroquia y su pastor: 2179.
El testimonio cristiano
– «Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no
tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra ... porque lo
que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado todo en Él, dándonos al
Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer
alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no
poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra cosa alguna o novedad (San
Juan de la Cruz, Carm. 2,22)» (65).
Oyendo la voz del Buen Pastor sabemos dónde está el camino de la vida. Y nos
llama a recorrerlo con Él.