Comentario al evangelio del Sábado 14 de Mayo del 2011
Hoy celebramos la fiesta de san Matías, el apóstol que fue designado para ocupar el puesto dejado por
Judas, hijo de Simón Iscariote. En él recordamos que el núcleo del ministerio apostólico reside en
testimoniar la resurrección, ese fruto último que el Espíritu del Padre produjo en la vida
incomparablemente entregada de Jesús.
Será el encargo de Jesús en el Evangelio el que describa cómo desarrollar este testimonio:
permaneciendo en su amor, para que nuestra alegría llegue a plenitud. Es el testimonio vivo de no
hallar nada más grande que a un Dios «amigo» que produce vida en y para nosotros. Un Dios
preocupado por nuestros mejores frutos que nos sostiene cada día para que el amor perdure y colme de
alegría nuestro mundo. ¿Cómo es posible que sigamos pensando el mandato del amor como una carga
o una imposición? ¿Cuándo comprenderemos de corazón que Dios nos llama «amigos», y que no hay
nada mayor en la vida que reconvertir todo lo que somos con ese amor? Para eso nos ha elegido Jesús,
para sacarnos de iniciativas vanas y llevarnos a nuestras más altas posibilidades, dándonos a conocer el
corazón de Dios.
Samuel Sueiro, cmf