CON DIOS EL HOMBRE SUPERA AL HOMBRE
DOMINGO 6º DE PASCUA
27 de Abril de 2.008
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si me amáis, guardaréis mis
mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con
vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo
conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con
vosotros.
No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero
vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo
estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis
mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo
también lo amaré y me revelaré a él.» Juan 14, 15-21
A pesar de tantas ciencias sobre el hombre, a pesar de tantos y tantos
humanismos, para el hombre de hoy el hombre sigue siendo el gran desconocido.
Los resultados de todos esos saberes antropológicos nos diseñan y enseñan un
hombre incompleto, reducido, parcial, exterior y, a veces, hasta falso e irreal.
Los informes y las radiografías, que del hombre nos dan la filosofía, la psicología, la
biofísica, la ingeniería genética… , con ser tan sorprendentes y sobrecogedores,
todos ellos nos dejan como en la antesala del hombre mismo. Son a especie de
ropajes íntimos que nos aproximan, recubren e insinúan el misterio vital y profundo
que es la persona. Son conatos y ensayos, necesarios pero insuficientes, en los que
se nos anuncia y sugiere el Alguien-más-que-el-hombre existente en todo hombre.
Aperitivos, podríamos añadir, que nos abren el apetito para el gran banquete que
somos las personas.
Es la admirable y humilde conclusión, la fase terminal, grandiosa y sencilla,
tremenda y fascinante, a la que el honesto antropólogo y el honrado humanista
llegan, pueden llegar, sorprendidos de sí mismos por haber llegado tan lejos y
haberse quedado tan entrañablemente cercanos e íntimos.
Y es que el hombre es más que el hombre. Sólo “el hombre trasciende al hombre”.
No en vano “el Espíritu de la verdad... vive con vosotros y está con vosotros” No en
vano “Yo estoy con mi Padre, vosotros conmigo y Yo con vosotros”
Por eso, cuando el hombre desde todos los saberes y sabores humanos se sumerge
en el pozo profundo y misterioso de su propio ser, se siente como manando y
brotando de una Fuente Viva que salta de la Vida hasta la Vida eternas. Se
sorprende a sí mismo como habitado por una Presencia mayor que él mismo, se
siente como penetrado por un “no sé qué que queda balbuciendo”, se presiente
divinamente humano, con el corazón de Dios haciéndole amar a todos los que como
él acunan idéntica Presencia...
Por todo ello, cuando los hombres se auto-reconocen creyentemente como la
corporación colectiva, como el cuerpo comunitario en el que y con el que Cristo
Resucitado sigue contemporáneamente viviendo, tiene motivos más que sobrados
de mimar su inefable dignidad y de contemplar el cielo que cada hombre es... Y de
agradecer, además, a los otros saberes su condición de indicadores y compañeros
de viaje en la búsqueda, siempre inacabada, del reconocimiento y conocimiento del
Misterio que somos, del Misterio que nos empapa y desborda a los hombres, esos
grandes desconocidos.
Juan Sánchez Trujillo