El amor de Jesús nos transforma.
10/05/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Juan 6, 30-35
En aquel tiempo, la gente le preguntó a Jesús: «¿Qué señal vas a realizar Tú, para
que la veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros padres
comieron el maná en el desierto, como está escrito: *Les dio a comer pan del
cielo*».
Jesús les respondió: «Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo; es
mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel
que baja del cielo y da la vida al mundo».
Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Jesús les contestó: «Yo
soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí
nunca tendrá sed». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor Jesús, dame siempre de ese pan que busca mi espíritu. Tu Palabra en el
Evangelio, tu Cuerpo en la Santa Eucaristía, así como tu presencia en el prójimo
que me rodea, son el pan que sacia mi hambre y sed de amor. Ayúdame a
comprender en esta meditación que la mayor riqueza que he recibido eres Tú
mismo.
Petición
Dios mío, ayúdame a vivir siempre de cara a ti, jamás permitas que me aleje del
pan que me da la vida.
Meditación
«Jesús transforma el pan y el vino. Es el amor divino que transforma: el amor con
que Jesús acepta por anticipado darse completamente a sí mismo por nosotros.
Este amor no es otro que el Espíritu Santo, el Espíritu del Padre y del Hijo, que
consagra el pan y el vino y cambia su sustancia en el Cuerpo y en la Sangre del
Señor, haciendo presente en el Sacramento el mismo Sacrificio que se realiza
después de forma cruenta en la Cruz. (…) Es esta fuerza divina, la misma que
realizó la Encarnación del Verbo, la que transforma la extrema violencia y la
extrema injusticia en un acto supremo de amor y de justicia. Esta es la obra del
sacerdocio de Cristo, que la Iglesia ha heredado y prolonga en la historia, en la
doble forma del sacerdocio común de los bautizados y del ordenado de los
ministros, para transformar el mundo con el amor de Dios. Todos, sacerdotes y
fieles, nos nutrimos de la misma Eucaristía, todos nos postramos a adorarla, porque
en ella está presente nuestro Maestro y Señor, está presente el verdadero Cuerpo
de Jesús» (Benedicto XVI, 3 de junio de 2010).
Reflexión apostólica
«El sacrificio eucarístico es la fuente y la cima de toda la vida cristiana;
«sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en
el cual se recibe como alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una
prenda de la gloria futura». Por ello, el Movimiento recomienda a sus miembros
que, si les es posible, participen todos los días consciente, fervorosa y activamente
en la celebración eucarística y reciban la sagrada comunión con un alma purificada
y agradecida» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 232).
Propósito
Hacer varias comuniones espirituales durante el día para unirme a Jesús.
Diálogo con Cristo
Señor, te agradezco el gran don de la Eucaristía. Gracias porque me quieres tanto
que te has quedado en lo escondido, en el fondo de mi corazón, para hacerme
compañía. Gracias porque me haces escuchar tu voz; porque me muestras tu
amorosa voluntad, único camino en el que encuentro el pan que me da la
verdadera felicidad.
«Él quiere ser ‘pan’, pan que fortalezca vuestro espíritu en vuestras luchas y
desgastes»
( Cristo al centro , n. 2067).