X Domingo del Tiempo Ordinario A
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Oseas 6, 3-6; Romanos 4, 18-25; Mateo 9, 9-13
EVANGELIO
En aquel tiempo vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los
impuestos, y le dijo: -Sígueme.
El se levantó y lo siguió.
Y estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que
habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?
Jesús lo oyó y dijo: -No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos.
Andad, aprended lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”: que no he
venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.
HOMILÍA
La Iglesia es la ciudad santuario donde nos refugiamos los pecadores en busca de
protección y de perdón.
Cuentan que cuando murió el Emperador Maximiliano de Austria fue llevado en gran
procesión a la catedral para la celebración de su funeral.
Las puertas cerradas, un ministro pidió que se abrieran.
-¿Quién es?, preguntaron desde dentro.
-Es el Emperador Maximiliano.
-No te conozco. ¿Quién es?
-Es un buen cristiano.
-No te conozco. ¿Quién es?
-Un pecador.
Y las puertas se abrieron.
A Jesús le gustan las malas compañías, la suya y la mía, porque ha venido a buscar
a los malos. Los que tienen el título de buenos ya tienen bastante.
Muchos hombres, cerrados los oídos a la llamada de Dios, siguen su camino e
ignoran a Dios y sus llamadas.
Otros muchos creyentes sienten la necesidad de Dios pero no se atreven a
acercarse a El porque se sienten muy pecadores.
Y todos sufrimos la tentación de pensar que el pecado nos aleja de Dios.
Pocos creen en un Dios que se acerca y busca a los pecadores; creen que Dios mira
con buenos ojos a los buenos y mira con ira a los malos.
Nos resulta difícil creer en un Dios grande, en un Dios que nos ama no porque lo
merezcamos sino porque lo necesitamos.
“No tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos”.
Nuestro pecado por grande que sea no debe ser obstáculo para acercarnos a Dios.
El hombre está más cerca de Dios cuanto más pecador se reconoce.
Mateo, en el evangelio de hoy, es el hombre que se levantó, dejó su negocio y
siguió a Jesús. Mateo que frecuentaba muy malas compañías fue llamado por Jesús
y se atrevió a seguirle.
Los fariseos de todos los tiempos no critican ni a Jesús ni a sus discípulos sino a la
Iglesia. La Iglesia es el lugar donde se practica el mensaje de Jesús, todos los
malos tienen cabida en su seno. “Misericordia quiero y no sacrificios”.
En la Iglesia de Jesús no hay insiders y outsiders.
Todos incluidos, todos cobijados, todos aceptados, todos reconciliados por el único
gran amor que perdona y salva, el de Dios y de su Hijo Jesucristo.
Durante las guerras napoleónicas, un joven soldado francés se quedó dormido
mientras hacía la guardia. Fue declarado culpable y sentenciado a muerte.
Su madre, viuda, apeló a todos los juzgados pero no consiguió nada.
Finalmente decidió acudir al mismo emperador.
“No pido justicia”, decía, “pido misericordia”.
“Seora, su hijo no merece misericordia. Merece morir”, le contest Napolen
con frialdad.
La madre le replic: “Tiene razn, seor. Esa es la razn por la que pido
misericordia. Si se la mereciera ya no sería misericordia.
El emperador se conmovió ante la lógica de la madre y perdonó al soldado.
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P