XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario A
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Proverbios 31,10-13.19-20.30-31; 1 Tesalonicenses 5,1-6;
Mateo 25, 14-30
EVANGELIO
En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: Un hombre que se iba al
extranjero llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le
dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno; a cada cual según su
capacidad. Luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco.
El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno
hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo
volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se
acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: -
Señor, cinco talentos me dejaste, mira, he ganado otros cinco.
Su señor le dijo; -Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor, como has sido fiel
en lo poco, te daré un cargo importante, pasa al banquete de tu señor.
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: -Señor, dos talentos me
dejaste; mira, he ganado otros dos.
Su señor le dijo: Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en
lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: -Señor, sabía que
eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve
miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.
El señor le respondió:- Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías
que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto
mi dinero en el banco para que al volver yo pudiera recoger lo mío con los
intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le
dará y le sobrará; pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese
empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de
dientes.
HOMILÍA
Érase un árbol muy viejo que parecía haber sido tocado por el dedo de Dios porque
siempre estaba lleno de frutos. Sus ramas, a pesar de sus muchos años, nunca se
cansaban de dar frutos y era la delicia de todos los viajeros que por allí pasaban y
se alimentaban de sus frutos.
Un día, un comerciante compró el terreno en que estaba el árbol y edificó una valla
a su alrededor. Los viajeros le dijeron al nuevo dueño les dejara alimentarse de los
frutos del árbol como siempre lo habían hecho.
"Es mi árbol, es mi fruta. Yo lo compré con mi dinero", les contestó.
A los pocos días sucedió algo sorprendente. El árbol murió. ¿Qué causó esa muerte
repentina?
Cuando se deja de dar, se deja también de producir frutos y la muerte aparece
inevitablemente.
El árbol empezó a morir el día en que la valla empezó a subir. La valla fue la tierra
que enterró el árbol.
El cuento de Jesús, llamado de los talentos, suena a juicio, a premio y castigo, a
escándalo, a regreso del dueño.
De los dos primeros empleados nos dice el evangelio que fueron "fieles en las cosas
pequeñas" y el dueño les confió responsabilidades mayores y los asoció a su gozo.
Fieles en la ausencia de su señor.
"Fieles en las cosas pequeñas."
¿Cuáles son esas cosas pequeñas? Sus posesiones, su hacienda, su dinero, las
cosas materiales. Fueron fieles, arriesgados y multiplicaron el capital del dueño y
fueron felicitados y recompensados.
¿Somos así nosotros?
¿Nos puede felicitar el señor por ser fieles en las cosas pequeñas?
Ustedes saben que la sociedad premia sólo a los mejores, a los triunfadores:
Premia con el Nobel, con el título de MVP, con el guante de oro, con medallas, el
rookie del año, el empresario del año...
Todos nosotros hemos nacidos para ser el MVP. Tenemos que dar según nuestras
habilidades, según lo que hemos recibido. No se trata de mucho o poco, no es la
cantidad, sino según nuestra habilidad.
Todos hemos nacido para ser el MVP, si no de las grandes ligas, sí de las menores.
Y la vida ,hermanos, es un gran don, es una gran liga.
Nadie nos pide que seamos héroes ni el soriano de la semana. Se nos pide sólo que
seamos fieles en las cosas pequeñas.
¿Tienes inteligencia? Úsala.
¿Tienes fuerza? Úsala.
¿Tienes una familia? Quiérela.
¿Tienes un trabajo? Cumple bien.
¿Tienes hijos? Edúcalos.
¿Tienes fe? Celébrala.
¿Tienes una iglesia? Visítala.
Dios nos ha dejado la tierra, su hacienda, para que la recreemos, la hagamos más
habitable, más humana, para que cuando él venga la encuentre más rica, más en
orden, más en paz.
El que corre un gran riesgo es Dios que se fía de nosotros y nos confía el mundo.
Dios nos pedirá cuentas de lo que hemos hecho con los talentos que nos ha dado.
Y premiará a los que los han usado bien.
Atreverse y Actuar.
En el cuento de Jesús hay un tercer empleado: el que cavó un hoyo y escondió el
talento.
¿Se han fijado en la lluvia de críticas que recibe?
El mayor reproche de todo el evangelio es para él.
Dios nos da a cada uno nuestro talento, nuestra vida, como don, como regalo, no
para recuperarlo cuando El venga sino para entregarlo y ponerlo al servicio de los
hermanos. Nosotros somos los de un solo talento.
"El que pierda su vida la ganará; el que ahorra su vida la perderá".
No enterrar.
Sí atreverse. Sí actuar. Sí celebrar.
¿Cuándo vendrá el Señor a pedirnos cuentas?
Siempre tengo que estar preparado para dar cuenta de mi administración.
La obra que Dios quiere que hagamos depende de nuestro único talento.
A la iglesia venimos a enterrar las palas, no el talento de Dios.
Tiren las palas y dejen que crezca y sea útil su pequeño talento.
No nos contentemos con ser buenos. Hay mucha gente buena por ahí, a nosotros
se nos pide ser más buenos, ser mejores, ser santos.
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.Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P