I Domingo de Adviento, Ciclo B
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Isaías 63, 16-17; 64, 1-7; 1 Corintios 1, 3-9;
Marcos 13, 33-37
EVANGELIO
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: - Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo
es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus
criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer,
o a medianoche, o al canto del gallo, al amanecer: no sea que venga
inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!
HOMILÍA
Un rabino preguntó a sus estudiantes: ¿sabe alguno de vosotros cuándo termina la
noche y comienza el día?
Un estudiante respondi: “Cuando ves un animal en la distancia y sabes si es una
oveja o un chivo.
Otro dijo: “Cuando ves un árbol en la distancia y sabes si se trata de un cerezo o
una mata de plátano”
Cada uno de los estudiantes iba dando ingeniosas respuestas hasta que el rabino
les dijo, dejadme que os dé yo mi respuesta. La noche termina y el día comienza
cuando miras a la cara de cualquier ser humano y ves la cara de tu hermano o
hermana. Si no puedes hacer esto, no importa la hora del día, todavía vives en la
noche.
Adviento es tiempo de distinguir a Jesucristo, Príncipe de la luz, rostro del hermano,
entre los demás príncipes de este mercadillo humano.
Muchos aos atrás, había un anuncio que decía: “Un libro ayuda a Triunfar”.
Nosotros, hoy, al comenzar el año litúrgico abrimos el Libro, nuevo ciclo de
lecturas, el ciclo B, y decimos:” Un Libro ayuda a Cambiar.”
Este Libro no nos ayuda a triunfar en los negocios, ni nos salva. Sólo el Señor Jesús
salva. Y Jesús no es un libro. Pero con este Libro puede comenzar un cambio y una
aventura hacia la vida.
Todos hemos visto, alguna vez, uno de esos pintores que hacen retratos rápidos de
las personas en la calle. Un día posó un borracho sucio, sin afeitar y con ropas
malolientes. A pesar de su aspecto desastroso fingió gran dignidad. El pintor le
dedicó más tiempo del normal y cuando terminó le presentó al hombre su retrato.
“Ese no soy yo” dijo, sorprendido, el borracho cuando se vio bien vestido y
sonriendo en el retrato. Y el pintor le contest: “Pero ese es el hombre que usted
todavía puede llegar a ser”.
Al comenzar este tiempo de Adviento, en que preparamos la venida del Señor, la
Palabra de Dios nos dice a todos y a ti
que no estás preparado para el retrato porque eres prisionero de las mil trampas
de este mundo,
que estás sucio, desilusionado, sin esperanza, sin amor,
que buscas soluciones a tus problemas en el periódico, en el horóscopo o en
nuevas aventuras.
La Palabra de Dios te dice: tú puedes cambiar, tú puedes llegar a ser otro.
“Tú eres nuestro Padre, nosotros somos la greda y tú eres el alfarero, todos
nosotros fuimos hechos por tus manos”.
Este alfarero te dice, ponte en mis manos, déjate modelar y yo te enseñaré lo que
puedes llegar a ser.
¿Quieres cambiar? ¿Quieres estar preparado para la venida del Señor? ¿Quiere
vivir este tiempo de espera, de Adviento, sin miedo?
Yo sé que son muchos los que no quieren, los que no se ponen a tiro de la Palabra
de Dios, los que no tienen tiempo, los que viven abrumados por el trabajo, el
cansancio, los hijos..., los que piensan que es imposible.
La Iglesia nos ofrece a todos nosotros un tiempo nuevo, un tiempo de espera y de
esperanza: ADVIENTO.
El Adviento nos recuerda que nosotros no tenemos el control de la historia ni de la
vida. Dios tiene el control y nosotros, los creyente, dependemos de Dios, de su
poder, de su acción y de su amor.
Recordamos la primera venida del Señor. Hace más de dos mil años Dios entró en
el mundo, nació, como todos nosotros, de una mujer, pequeño y pobre, como todos
nosotros, en un pueblecito insignificante como el nuestro.
Miramos al pasado y recordamos el nacimiento del amor, de la esperanza, el
nacimiento de Jesús.
Ese pasado, ese ayer lejano, nos suena, es eso que llamamos la Navidad: el
pesebre, noche de paz, misa de gallo, regalos, árbol, año cero...
El pasado está lleno de Dios, lleno de Jesús, lleno de gloria. Adviento mira de reojo
al día más importante de la historia, el día en que Dios dijo: aquí estoy para
vosotros. Ha nacido un niño y es para vosotros.
Hoy, miramos no al árbol sino al que cuelga del árbol, hoy es el día de la paz de
Dios.
Hoy, cambiamos, hoy es el día cero de mi conversión.
Hoy, dedico mi tiempo a mi Señor.
Hoy, Jesús no es un recuerdo sino un presencia en mi vida.
Hoy, presente, me dejo cambiar por Jesús, vivo y presente en nuestra asamblea.
En Adviento miramos al pasado y recordamos
En Adviento miramos al presente y nos arrepentimos y cambiamos
Sí, el ayer de Dios cambió la historia y el mundo es para que yo cambie en este día
de gracia.
En Adviento miramos al futuro y ensayamos
el juicio final del domingo
El futuro es Dios, el juicio es de Dios, el mundo nuevo y el cielo nuevo es obra de
Dios.
Y el futuro acabará con la segunda venida de Jesús en su gloria. El futuro no está
bajo el control del hombre y por eso vivimos desconcertados. A Dios nadie lo puede
controlar. Nadie, a Dios gracias, tiene el mando para hacerle aparecer en la pantalla
a su antojo. Hay muchos predicadores que juegan a adivinar la mente de Dios. No
les crean.
“Estén preparados y vigilando porque no saben ni el día ni la hora. Es como el
hombre que marcha al extranjero y deja su casa al cuidado de sus sirvientes y les
da a cada uno un trabajo.”
Nosotros cuidamos la casa de Jesús y nos manda hacer dos cosas:
esperen mi llegada: fieles al trabajo.
estén despiertos: sean mis centinelas.
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P