IV Domingo de Pascua, Ciclo B
P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Escritura:
Hechos de los Apóstoles 4, 8-12; 1 Juan 3, 1-2; Juan 10, 11-18
EVANGELIO
En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos: -Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da
la vida por las ovejas, el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve
venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y
es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que
conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo
conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo además otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que
traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por eso me ama
el Padre: porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino
que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para
recuperarla. Este mandato he recibido del Padre.
HOMILÍA
Érase una vez un joven príncipe que quería contratar soldados para que le
protegieran de su peor enemigo, la muerte. Y éstos le dijeron: Príncipe, no hay
protección posible contra la muerte.
Entonces contrataré a un amigo para que muera por mi. Y le dijeron: Príncipe, no
hay trato posible con la muerte.
Finalmente dijo quiero que me vistan con mis mejores galas para distinguirme de
los campesinos y de la demás gente. Y le dijeron: Príncipe, la muerte borra todas
las diferencias.
El Príncipe, con tristeza, les contestó: entonces de nada sirve ser Príncipe si no se
tiene poder sobre la muerte.
Sólo hay un Príncipe que tiene poder para dar su vida y recuperarla: Cristo Jesús.
"Sépanlo todos ustedes por el nombre de Jesucristo a quien ustedes crucificaron y a
quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre este hombre está de pie y
sano ante ustedes".
Jesucristo, vencedor de la muerte y resucitado por el amor de Dios, es el amigo que
muere por nosotros para que la chispa de vida que hay en nosotros siga viva aún
después de la muerte. Los hombres hacen operaciones, trasplantes e incluso
milagros, pero el único milagro el de la resurrección y de la vida para siempre es
obra de Dios, de su amor.
Nosotros somos ese príncipe que busca burlar la muerte y hemos encontrado el
antídoto contra la muerte en el único Nombre que salva, en Jesucristo el Señor, y
en el amor eterno de Dios Padre.
Pascua es tiempo de aleluyas y de alegría porque es tiempo de vida nueva y
resucitada.
Jesús es el buen Pastor. Y el buen Pastor da la vida por sus ovejas.
El asalariado huye ante el lobo y abandona a las ovejas que no son suyas.
Si yo soy dueño de una casa la cuido y la defiendo y la mantengo limpia. Si yo
tengo un negocio le dedico tiempo porque es mi vida y la de mi familia. Si yo tengo
un hijo es mi preocupación 24 horas al día.
Pero la babysitter, el empleado, la home attendant hacen sus horas, cobran su
sueldo y si la casa está sucia, si el negocio se hunde o el niño se muere, allá el
dueño, allá el negocio, allá el niño.
Jesús es el buen Pastor 24 horas, 365 días. Y nosotros, los bautizados, somos sus
ovejas. Y lo somos siempre. Cuando somos buenos y cuando somos unos
haraganes.
El buen Pastor dio la vida y la da cada día por nosotros..
Dice un escritor que cuando Jesús moría en la cruz se le acercó la serpiente y le
susurró al oído: Jesús mira a la gente, míralos. No merece la pena que sufras tanto
por esas ovejas desagradecidas. Mándalas a todas al infierno. Y Jesús contestó a la
serpiente: "Prefiero morir a dejar de amarlas." El buen Pastor da su vida por sus
ovejas. Dios le encomendó una misión y prefirió morir a dejar de amar, amarnos,
amarte, a ti oveja negra de su rebaño.
Somos suyos, somos hechos a imagen de Dios, y Jesús no quiere que nadie se
pierda. Por eso nunca dejará de amarte.
No dudes nunca, nunca, de su amor. No te preguntes, quién soy yo para que Jesús
me ame. Yo, un don nadie. Sí, a ti, oveja de su rebaño, a ti te ama y dio su vida
por ti. Y la dio libremente.
Con su muerte Jesús establece la diferencia entre el buen pastor y los pastores
asalariados.
Los que hablan de Jesús. Los que se hacen ricos y famosos a costa de Jesús y los
que toman en vano su nombre.
El buen Pastor ama y da su vida.
Mis ovejas conocen mi voz. La voz del amor, de la sangre derramada, la voz del
Espíritu.
Pastor y rebaño llamados a vivir una nueva intimidad, llamados a amar pero ahora
con poder, con un poder que sana y resucita.
Cuando reconoces que eres del Señor, tienes libertad para ser pastor de los
hermanos. "Tengo ovejas que son de otro corral".
Padre Félix Jiménez Tutor, Sch.P